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Guayambe, Aguayo y dos hombres más, armados de cuchillos en el marco de la selva tropical americana, padecen la tortura psicológica del tigre que los persigue. Guayambe es el más experimentado del grupo, el más viejo, la experiencia, el siclo de tiempo recorrido que le otorga esa tranquilidad del juicio para analizar al tigre.
Aguayo es la juventud, tiene años, se siente acosado y permanente aterrorizado ante la idea de perecer a manos del tigre. El miedo se convierte en obsesión; Aguayo siente su presencia por todas partes, su cabeza tras sí; escucha su respiración a cada instante y, hasta en sus sueños, los ojos de la vestía se clavan sobre él.
En su desesperación, pretende fugarse, cruzar el rio para que la distancia entre el tigre y su miedo constituya la única posibilidad de salvación, pero todo es vano: Aguayo siente ahora en la canoa el chapoteo del tigre que lo persigue.
Respuesta:
Dentro de un cuarto de hora serán las doce de la noche. Esto no tendría ninguna importancia si es que hoy no fuera el 10 de noviembre de 1953. Debo advertir que Marius Carlen soy yo y que Demetrio von Hagen murió hace exactamente ocho años y nueve meses. « En su diario íntimo aún inédito se encontraron anotaciones correspondientes a los ocho años próximos. »
Únicamente la amistad que me unía a Demetrio me incitó a emprender investigaciones para las que no encuentro otro adjetivo que el clásico de minuciosas. Revisado superficialmente por los periodistas, quienes habían comprobado sólo la incongruencia de las fechas, el manuscrito se hallaba en un estado lamentable, lleno de quemaduras de cigarrillo y manchas de café. El nombre de Ernesto Panclós me era vagamente familiar. Recapacitando pude precisar que tal nombre correspondía al de un amigo común que tuvimos en la infancia.
Inmediatamente traté de ubicar a sus familiares, lo que no pude lograr, pero revisando los periódicos de la época comprobé que efectivamente el 28 de julio de 1948 había sido inhumado el cadáver de Ernesto Panclós. Tuve que hacer una inquisición en todos los registros de las compañías aéreas, hasta que al fin descubrí que en la lista de viajeros de una de ellas figuraba el nombre de Demetrio von Hagen. Incitada mi curiosidad me trasladé a Oslo y en el libro de visitantes ilustres del Museo Nacional aparecía registrada la firma de mi amigo. Varias veces acudí al cementerio de Utrecht a fin de mirar la lápida mortuoria y verificar el nombre y la fecha de deceso de Demetrio.
Cuando lo obtuve hice examinar los despojos por los médicos legistas, quienes me certificaron que los restos correspondían efectivamente a Demetrio von Hagen. Continuando la lectura del diario hube de hacer una nueva y definitiva comprobación. « No olvidaré nunca a Marion y a la pequeña comuna de Freimann. » Consideré que si lograba ubicar a Marion podría obtener una información directa e indubitable.
La descripción que me hizo de su antiguo amante coincidía con el aspecto de Demetrio y, aún más, tenía un hijo de sus relaciones con él. Es evidente que Demetrio murió el 2 de enero de 1945, pero también es cierto que en 1948 asistió al entierro de Ernesto Panclós, que en 1949 estuvo en el Museo Nacional de Oslo y que en 1951 conoció en Freimann a Marion y tuvo con ella un hijo. Esto no quiere decir, sin embargo, que dichas fechas coincidieran con las del calendario oficial. Lo que no me explico es cómo puede trasladarse esta duración subjetiva al campo de la acción, cómo se concilia el tiempo de cada cual con el tiempo solar.
Y lo cierto es que Demetrio von Hagen hizo muchísimas cosas en su tiempo personal, cosas que se cumplieron sólo después en el tiempo real. O, sin ir tan lejos, para hoy 10 de noviembre de 1953 señala una visita a mi casa. Esto sin embargo no me ha ocurrido a mí, no ha sucedido en mi tiempo, ni en el tiempo solar. En su diario no se precisa la hora y aún no son las doce de la noche.
Puede, por otra parte, haber aplazado esta visita, sin haberlo anotado en su diario. El cuarto de hora solar en que he escrito estas páginas me ha parecido infinitamente largo. Mi reloj marca las doce de la noche. Demetrio ya está aquí....
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