Respuestas
Los templos griegos se situaban en la zona sagrada de las ciudades-estados, junto a los santuarios. Se localizaban en un lugar diferente al teatro y a la zona civil, donde se encontraba el ágora. En este recinto sagrado o témenos se rendía culto a los dioses, las ceremonias y los peregrinajes. También podía albergar construcciones de uso práctico, como los «tesoros» (thesàuroi), que guardaban los regalos votivos – preciosos o incluso de terracota – ofrecidos por la ciudad o por simples ciudadanos, salas para los banquetes (hestiatòria) y pórticos (stoai). La entrada a la zona sagrada podía estar protegida por los propileos.
La mayor parte de los templos griegos estaban orientados astronómicamente.1 El templo griego se orienta siempre este-oeste, con la entrada hacia el este. En esta peculiaridad se diferencia claramente de los templos romanos que, en lugar de ello, suelen orientarse norte-sur, puestos en lo alto de un podio al que se accede mediante una amplia escalinata al sur.
Aunque los griegos conocían el arco utilizaban una arquitectura arquitrabada o adintelada con cubierta a dos aguas, por lo que en los lados menores de las fachadas formaban un triángulo llamado frontón. El espacio interior del frontón se llama tímpano y solía decorarse con esculturas.