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modo póstumo). Paco Torres ha sido pionero en el desarrollo de
los estudios citológicos en su querida ciudad de Sevilla a la que
tanto apego siempre ha sentido. Persona afable y de trato fácil, es
amigo de sus amigos al tiempo que derrama bondad entre
quienes le rodean. Ahora que se ha producido su jubilación,
todos los que nos consideramos sus discípulos queremos rendirle
un merecido homenaje en forma de palabras, palabras hermosas,
curiosas, originales, serias, alegres y siempre divertidas que en
esta ocasión serán hiladas para constituir un libro, su libro, el
libro que ahora el lector tiene en sus manos.
Espero sinceramente que disfrutéis (como pueden observar,
abandono el protocolo y adopto el tuteo) de la lectura de este
variopinto y singular compendio de historias que tienen como
nexo común a la célula.
Cuento corto con todas las partes de la célula.
Había una vez en una ciudad llamada la celulosa, un catastrófico disturbio que hizo que todo en la célula tuviera que ser reestablecido.
Todo empezó cuando las mitocondrias en el citoplasma se aburrieron de intercambiar gases por energía y se fueron a quejar al núcleo para que reorganizara sus trabajos, pero el núcleo no podía reemplazarlas porque nadie sabía esta función.
Así fue que las mitocondrias dejaron de hacer su función y la célula se desactivó por no tener energía, el retículo endoplasmático y el aparato de Golgi dejó de enviar proteínas y el negocio tuvo que ser clausurado.
Los ribosomas eran incapaces de producir proteínas y las vacuolas se quedaron sin espacio en sus bodegas, perdiendose así el material producido. La membrana celular no podía abrir sus puertas automáticas y nada pudo salir ni entrar.
Llenos de ira los organelas se revelaron y volcaron un camión del retículo y acorralaron a las mitocondrias, cuando se disponían a digerirlas con el ácido y las enzimas digestivas del lisosoma, algo las detuvo.
Todo empezó a ponerse negro y se oyeron unos poderosos golpes que provenían de la puerta, lo peor había llegado.
Los atacaba una enfermedad y ahora estaba asediando la puerta, las mitocondrias tomaron acción evasiva y empezaron a darle energía a la célula al doble de rápido. Todos se unieron a atacar al virus y las mitocondrias aprendieron su lección, pero sus compañeros siempre los llamaron haraganas y holgazanas.