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Animación occidental y oriental
A lo largo de este curso hemos ido viendo las diferentes formas de expresión plástica entre europeos y asiáticos, cómo la cultura de cada comunidad influye en la enfatización de determinados elementos llevados al cine: el uso del tiempo, el entorno natural, la forma de hablar, la manera de describir a los personajes, etc.
Sin embargo, me gustaría destacar las diferencias llevadas al mundo de la animación. La animación es otra forma de cine (y no sólo de cine) ,y de hecho, en países como Japón la animación está hecha para todos los públicos y para todos los fines: tanto series de entretenimiento, como dinámicas, hasta la publicidad. Creo que ésta es la principal diferencia: la importancia que se le da en unos sitios y cómo se subestima en otros.
Se ha sabido aprovechar toda la riqueza plástica que aporta la animación. Si un solo dibujo puede ser admirado por mayores y pequeños, ¿por qué no puede serlo de misma manera una serie sucesiva de aquéllos? ¿En qué momento se comienza a desterrar (en España) la animación al mundo infantil? No digo que no esté bien para los niños, sólo digo que no es exclusivamente para ellos.
La animación, de hecho, surge para un público adulto. Los de la Warner se divertían dibujando un gato que se estampaba contra el suelo, y el público adulto lo apreciaba; les resultaba divertido que lo absurdo cobrara vida. Y esto, por la vía norteamericana. En Japón los dibujos animados descienden directamente de grabados tan famosos como los de Hokusai. El uso del color, la trama, el dinamismo… era algo a lo que los artistas japoneses aspiraban a poder plasmar; con la animación se consigue. De hecho, es fácil encontrar escenas animadas muy descriptivas: se ve la fusión del ser humano con el entorno. Los fenómenos meteorológicos son fielmente representados, y dan ritmo a la animación. Se percibe la influencia taoísta y del zen.