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El fuego ha sido un elemento siempre pre- sente en la cosmovisión y vida diaria de los mayas. En la vasija cerámica Kerr 2942 (Figura 1), se ha identificado un per- sonaje en posición de “clavado”, postura que se encuentra en otras manifestaciones culturales como la arquitectura. Con res- pecto a la imagen mencionada, se ha su- gerido que el individuo es una personi- ficación del dios gemelo Xbalanqué del Popol Vuh, con unas llamas estilizadas alrededor de su cuerpo, simbolizando tanto el fuego como el maíz (Kerr, 2000). Recordemos que el Popol Vuh recrea la formación del mundo en la antigüedad, sin embargo tenía una utilidad práctica, y era legitimar la organización de la sociedad. En este sentido, el uso del fuego también estuvo relacionado a diferentes actividades sociales, que dirigían la selección de ciertas especies maderables por su cualidad o simbolismo, para varios fines prácticos como calentar alimentos, aromatizar, alumbrar, e incluso para obtención de material de construcción como cal y estuco. Lo anterior se infiere por medio de un enfoque actualista (que ciertas actividades y significados actuales podrían ocurrir en el pasado).
A partir de los usos actuales de las plantas leñosas en comunidades mayas, podemos predecir cuáles especies utiliza- das como leña se esperarían encontrar en los sitios arqueológicos. Según Quiroz- Carranza y Orellana (2010), las cinco especies más utilizadas en comunidades mayas actuales en el norte de Yucatán son: kitim ché (Caesalpinia gaumeri Britton & Rose), boox káatsim (Senegalia gaumeri (S. F. Blake) Britton & Rose), tsalam (Lysiloma latisiliquum (L.) Benth.), ja’abín (Piscidia piscipula (L.) Sarg.), chukum (Havardia albicans (Kunth) Britton & Rose), ts’iits’ilche (Gymnopodium floribundum Rolfe), y el palo tinto (Haematoxylum campechianum L.), además de maderas suaves como el chacaj (Bursera simaruba (L.) Sarg.), en- tre otras.
Pero, si las especies actualmente utili- zadas como leña fueron manejadas en la época prehispánica, ¿cuáles son las evi- dencias arqueológicas de dichas especies? Para responder esto, contamos con la evi- dencia directa de los restos de madera car- bonizada en sitios arqueológicos. Sin em- bargo, debido a las condiciones de preser- vación y a los procesos culturales que determinaron su deposición en el suelo, no todas las especies pueden ser recupera- das e identificadas. Las especies que sí es- tán representadas con respecto al listado de Quiroz-Carranza y Orellana (2010), y las evidencias de carbón arqueológico en el Área Maya, son: tsalam, chakaj, kitim ché, ja’abín, ramón (Brosimum alicastrum Sw.), huaya (Melicoccus oliviformis Kunth), palo tinto, ciruela (Spondias pur- purea L.), cedro rojo (Cedrela odorata L.), chechem (Metopium brownei (Jacq.) Urb.), guanábana, (Annona muricata L.), saramuyo (Annona squamosa L.), siricote (Cordia dodecandra DC.), poxoy (Gua- zuma ulmifolia Lam.), chico zapote (Ma- nilkara zapota (L.) P. Royen) (Hammond y Miksicek, 1981; Miksicek, 1983; Lentz y Hockaday, 2009; Lentz et al., 2012, 2014, 2016; Slotten, 2015; Dussol et al., 2016).
A partir de los usos actuales de las plantas leñosas en comunidades mayas, podemos predecir cuáles especies utiliza- das como leña se esperarían encontrar en los sitios arqueológicos. Según Quiroz- Carranza y Orellana (2010), las cinco especies más utilizadas en comunidades mayas actuales en el norte de Yucatán son: kitim ché (Caesalpinia gaumeri Britton & Rose), boox káatsim (Senegalia gaumeri (S. F. Blake) Britton & Rose), tsalam (Lysiloma latisiliquum (L.) Benth.), ja’abín (Piscidia piscipula (L.) Sarg.), chukum (Havardia albicans (Kunth) Britton & Rose), ts’iits’ilche (Gymnopodium floribundum Rolfe), y el palo tinto (Haematoxylum campechianum L.), además de maderas suaves como el chacaj (Bursera simaruba (L.) Sarg.), en- tre otras.
Pero, si las especies actualmente utili- zadas como leña fueron manejadas en la época prehispánica, ¿cuáles son las evi- dencias arqueológicas de dichas especies? Para responder esto, contamos con la evi- dencia directa de los restos de madera car- bonizada en sitios arqueológicos. Sin em- bargo, debido a las condiciones de preser- vación y a los procesos culturales que determinaron su deposición en el suelo, no todas las especies pueden ser recupera- das e identificadas. Las especies que sí es- tán representadas con respecto al listado de Quiroz-Carranza y Orellana (2010), y las evidencias de carbón arqueológico en el Área Maya, son: tsalam, chakaj, kitim ché, ja’abín, ramón (Brosimum alicastrum Sw.), huaya (Melicoccus oliviformis Kunth), palo tinto, ciruela (Spondias pur- purea L.), cedro rojo (Cedrela odorata L.), chechem (Metopium brownei (Jacq.) Urb.), guanábana, (Annona muricata L.), saramuyo (Annona squamosa L.), siricote (Cordia dodecandra DC.), poxoy (Gua- zuma ulmifolia Lam.), chico zapote (Ma- nilkara zapota (L.) P. Royen) (Hammond y Miksicek, 1981; Miksicek, 1983; Lentz y Hockaday, 2009; Lentz et al., 2012, 2014, 2016; Slotten, 2015; Dussol et al., 2016).
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