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Quién no se ha excedido en alguna cena con las porciones de pizza, el embutido o las anchoas y se ha pasado la noche con una sed como si atravesase el desierto... Detrás de esta desagradable sensación está la necesidad del organismo de reponer líquidos. De hecho, los alimentos que nos provocan más sed son «los que contienen menos agua más secos o más grasos y con más sal», explica el doctor Lluis Serra-Majem, miembro del Comité Científico del European Hydration Institute (EHI) y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
La razón, señala el experto, es que al contener menos agua, estos alimentos provocan que el cuerpo se la ceda. Y en el caso de los productos con mucha sal, aumenta la necesidad de líquidos para «bajar la concentración de sodio en algunos compartimentos del organismo», apunta.
La sed es la primera señal de alerta de que nos estamos deshidratando. Nuestro cuerpo necesita unos tres litros de agua al día. La mitad, un litro y medio, la ingerimos bebiendo, mientras que el resto la obtenemos gracias a los alimentos. Pero cuando tomamos productos muy secos, grasientos o salados, e incluso cuando bebemos alcohol, la ingesta de agua debe aumentar para compensar. Otra manera de conseguir más líquidos es incrementar la ingesta de frutas y verduras con poca o sin sal añadida.
por la grasa de ese alimento
como el azucar
Carnes, pescados y huevos. Carnes saladas y sus derivados (bacón, tocino, butifarra o longaniza), patés, sobrasada y embutidos (chorizo, salchichón, mortadela, etc.); extractos y sopas de carne y