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Por un lado, este acuerdo pondría fin a las hostilidades y revueltas en las que el imperio se había sumido durante largo tiempo, precisamente por culpa de la ambición de los tres hermanos por dominar el imperio de su padre. Pero además, el mismo serviría para desintegrar finalmente el imperio carolingio. Sería por tanto el tratado que conformaría la Europa moderna.
La división daría a Carlos las regiones occidentales del que habría sido el antiguo reino franco. Luis el Germánico se quedaría con las regiones orientales, o lo que es lo mismo el territorio que posteriormente se convertiría en parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Por último, Lotario, hijo mayor de Ludovico y por tanto el encargado de recibir el título de emperador, se haría con la Francia Media, la encargada de separar los dos dominios restantes (desde Italia hasta el Mar del Norte).
No hace falta decir que el tratado llevaría implícito consecuencias políticas de gran importancia. Por un lado, se dejaría más que evidente la incapacidad por restaurar el Imperio Romano, aunque posteriormente intentará buscarse con la creación del Sacro Imperio Romano Germánico. Además facilitaría considerablemente la formación de naciones como Francia y Alemania.
Cabe destacar que el territorio perteneciente a Lotario sería el primero en desintegrarse en un nuevo tratado firmado en el año 870. En la Edad Media pasaría a llamarse Lotaringia y uniría Flandes (Bélgica y Holanda), así como las regiones de Alsacia y Lorena con Italia septentrional.