• Asignatura: Castellano
  • Autor: sheilamiranda
  • hace 8 años

necesito un final para el cuento “¿donde esta mi cabeza?” de Benito Pérez Galdos, mínimo dos paginas!!!!!!!!!!

Respuestas

Respuesta dada por: VAGL92
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Cuento ¿Dónde Está Mi Cabeza? por Benito Pérez Galdós

Capítulo Penúltimo

Con cierto y claro nerviosismo le expliqué a la atractiva peluquera que realmente no requería de su servicio, lo cual creo que era obvio, sino, que había entrado a su tienda porque me había llamado la atención una llamativa cabeza en su vitrina, la cual quería comprar, justificado por una historia sacada del sombrero, de aquel tan querido tío que todos tenemos en nuestras familias, hermano de mi padre, el cual quisimos mucho, y sería un honor, tener semejante sesera en nuestra casa.

Mientras la dama, sacaba de la vitrina, con mucho cuidado, tan ansiado y vital instrumento, conmovida por la historia de mi salvador tío, no titubeé en indagar cómo la había obtenido. Bajando la voz, como para que nadie más le escuchase, la dama me contó que ese curioso cráneo se lo había obsequiado su novio quien se lo compró a uno de esos vagabundos que deambulan por las calles del pueblo, que lo tomó del saliente de una ventana en una elegante casa en algún rincón, que no era importante recordar.

Frente al espejo de la recámara, desnudo del torso, intentaba colocar mi ansiada cabeza en su sitio. La peluca, obsequio de la peluquera, me rejuvenecía unos 20 años, por lo que decidí desde ese momento que ese artículo pasaría a formar parte de mi vestimenta.

Los ojos los podía mover, sin inconvenientes,  a la izquierda, la derecha, en círculos y cerrarlos, rápida y pausadamente. La lengua también conservaba su movilidad, sacarla meterla, subirla y bajarla. Pero necesitaba de una limpieza, la que hacía semanalmente, con mi cepillo de dientes.

Después de varios ejercicios respiratorios, los cual superé sin ningún inconveniente, aunado a la deglución de la saliva,  llegué a la prueba final: pronunciar sonidos, palabras, cantar, declamar. Algo no estaba funcionando bien, no lograba escuchar nada, aunque la movilidad de los músculos de la cara era buenos.

Definitivamente, tendría que ir inmediatamente al consultorio de mi genial doctor, Michis, para que me examinara la garganta e hiciera las recomendaciones pertinentes. Cubrí mi cuello con una pañueleta de seda, para que no se notara las juntas entre mi querida cabeza y mi torso. Me vestí y salí a la calle a buscar un carruaje que me llevara a visitar al doctor.


Capítulo Final

Piedad!, piedad!, piedad!, boca arriba, le clamaba al colosal verdugo, con máscara y daga en mano, que sujetaba mi cabeza, halándola hacia abajo, para despejar mi cuello, en donde culminaría su brutal trabajo.

Solo cerré los ojos, y esperé el zarpaso final, uno, dos tres... Todo fue silencio, y sentí que mi cabeza era sujetada con cuidado y movida a un lado, y una voz de una mujer, que susurraba al oído, doctor, despierte, doctor, despierte.

Era María, la señora que hacía el servicio de limpieza de la casa, la que desde muy temprano y puntual abordaba sus labores, quien había venido a mi rescate de las manos del despiadado ejecutor, justo a tiempo.

Ahora, ya recuperado de tan soberbia pesadilla, recordaba que era María quien había dejado mi noble cabeza, a un lado de la ventana del estudio, para que tomara algo de sol, pues la palidez de la piel, me hacía ver como un condenado a muerte, en espera del verdugo.

El cuello, aún me duele un poco, seguramente, por tanto escribir sobre la aritmética filosófica-social.



A tu orden....

                     

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