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El año 1938 marca, sin lugar a dudas, una etapa decisiva en la historia del pueblo judío durante la Era del Nazismo. Ese es también un año crucial dentro del sexenio presidencial de Lázaro Cárdenas en México, así como en la triste historia de la República española. En este artículo analizamos la actitud que México adoptó a partir de aquel año hacia los refugiados judíos, comparándola con la que tuvo frente a los refugiados españoles.
El presente estudio forma parte de un amplio proyecto de investigación sobre el papel de América Latina en el salvamento de judíos durante el Holocausto, que viene realizándose en la División para América Latina, España y Portugal del Instituto de Judaísmo Contemporáneo de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Durante la segunda mitad de marzo de 1938, Cárdenas tomó tres decisiones importantes. En primer lugar, en una dramática alocución radiada a todo el país, el 18 de marzo de 1938, anunció la expropiación de las empresas petroleras extranjeras que operaban en México. Esa decisión, tomada a raíz de un prolongado conflicto laboral con las empresas petroleras sobre salarios y condiciones de trabajo, provocó una inmediata ola de protestas de parte de los Estados Unidos y Gran Bretaña. Esta última incluso rompió sus relaciones diplomáticas con México. En los Estados Unidos, Roosevelt fue muy criticado por quienes opinaban que su política de “buen vecino” para con América Latina había alentado a México a adoptar una actitud intolerable de independencia. En segundo lugar, México, por intermedio de Isidro Fabela, su representante ante la Sociedad de Naciones en Ginebra, protestó contra la anexión de Austria por Alemania. Esa protesta solitaria implicaba el riesgo de una pérdida financiera enorme para México, por los anticipos pagados a Austria para la compra de armas. México también se arriesgaba a perder un cliente importante para su petróleo nacionalizado, como podría haberlo sido el Reich ampliado1.
Una semana más tarde, Cárdenas adoptó una tercera decisión, indirectamente relacionada con las otras dos. El 26 de marzo aceptó la invitación de Roosevelt a participar en Evian en la conferencia sobre refugiados. La invitación tenía por objeto demostrar a la opinión pública de Estados Unidos y del mundo entero que la administración norteamericana estaba haciendo algo en pro de las víctimas alemanas y austríacas del nazismo. La respuesta favorable de Cárdenas seguía la tónica de sus esfuerzos por mantener relaciones amistosas con el gobierno de Roosevelt pese a la crisis del petróleo.