Respuestas
Durante la infancia: mayor desarrollo de estatura, masa muscular, reflejos y agilidad.
En adultos: favorece la buena circulación sanguínea, capacidad pulmonar y limpieza de las vías respiratorias.
En general: el continuo movimiento del juego permite mejor sincronización del ritmo cardiaco (comprende los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo aproximado de 24 horas) en el jugador.
En cuanto a la salud mental, favorece el desarrollo de agilidad y lógica al analizar aspectos tácticos, además de que mejora el estado de alerta para prevenir cualquier tipo de ataque físico.
Aumenta la vitalidad: mejora la resistencia a la fatiga, por lo que proporciona más energía y capacidad en trabajo y estudio.
Combate el estrés: al reducir ansiedad y depresión, facilita la relajación, disminuye tensión y ayuda a conciliar el sueño.
Fortalece los pulmones: al ser un ejercicio aeróbico (activa gran parte de los grupos musculares y obliga la movilización de aire), refuerza la capacidad de los pulmones, mejora la circulación de oxígeno en la sangre.
Fomenta la convivencia: cuando se juega entre amigos y familiares, fortalece los lazos afectivos, además de que da oportunidad de conocer gente.
Favorece autoestima y autoimagen.
Ayuda a controlar temperamento: reduce la violencia en personas extremadamente temperamentales.
Disminuye niveles de colesterol y riesgo de infarto, además de que regulariza la tensión arterial.
Combate sobrepeso y obesidad: como cualquier actividad física, su práctica continua favorece la quema de calorías y, por tanto, ayuda a mantener peso saludable.
Estimula la liberación de endorfinas: el buen ánimo de la mayoría de jugadores de baloncesto se debe a que este deporte estimula la producción de las llamadas "hormonas de la felicidad".