Escribe un mensaje a los politicos del ecuador

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Respuesta dada por: ladyvaldez10
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EcuadorMás de un millón de electores; dos de cada tres votantes, se decidieron por el cambio, por un cambio prudentemente audaz, sin estridencias ni mentira. Cambio en orden quizás lento para algunos y demasiado rápido para otros, en todo caso seguro y por cierto sin sacrificio de las libertades. Y el cambio se impone, porque el más somero análisis determinará que nuestra situación nacional se caracteriza por la presencia y oposición de dos tendencias fundamentales: una, que preconiza el cambio, que propone y busca una solución histórica, que trata de agrupar a todas las fuerzas sociales capaces de garantizar el progreso y la independencia nacional y que considera al ser humano protagonista y destinatario del desarrollo. Y otra, que pretende mantener intacto el actual sistema de atraso económico e injusticia social, responsable de la estructura socio-económica caduca, la dominación oligárquica, la dependencia, la violación de los derechos del hombre y la debilidad del régimen democrático. Para avanzar por el camino del cambio posible y necesario hay que tener en cuenta la base social mínima que sirva de sustento a la gestión del gobierno. Por ello no ofrecí milagros, no ofrezco milagros, no espere el país milagros. El milagrerismo paternalista es una forma de demagogia, y de las más indignas, incompatible con la seriedad del gobierno popular que hoy se inicia. Espere, eso sí, el país un cambio justo y democrático, en el que la participación popular no puede limitarse a depositar el voto el día de las elecciones, sino a movilizar conciencias y voluntades para generar el viraje cualitativo propuesto. El pueblo ecuatoriano debe estar consciente de que su función en el proceso de cambio no es pasiva sino activa. La carrera de transformar el Ecuador en un país de economía moderna y democracia participativa, justicia integral y conciencia solidaria, no sólo será el resultado de la gestión del gobierno sino de la participación organizada de vastos sectores del país.  

Queremos, por tanto, una democracia dinámica encarnada en el alma de los ecuatorianos. Más que una democracia de representación, que la queremos, anhelamos también una democracia de participación: Participación en los bienes y servicios de la sociedad moderna, participación en las decisiones que comprometan el destino individual y colectivo.  


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