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La Corona británica fue famosa por extender su modelo mercantilista a través del mundo, buscando tratados comerciales que le favorecieran y abogando por el libre mercado. Llegó a ser en un momento la nación más poderosa y rica de todas debido a incontables rutas comerciales que le nutrían de recursos y dinero.
La Corona Británica sostenía importantes intercambios comerciales con las naciones europeas en el mar Báltico y con Rusia.
Además, también sostenía una importante relación comercial con España y Portugal a través del asiento de esclavos, mientras que los puertos del Mediterráneo, tanto en Italia como en Francia o en los Balcanes le servían como factorías en el comercio con el Medio Oriente.
Además la Corona Británica comerció desde principios del siglo XVII con China y otras naciones del Lejano Oriente, como Japón y algunas colonias de los Países Bajos y Portugal.