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Se les conoce como luciérnagas, aunque en algunos países les llaman cocuyos. Según la clasificación científica, estas criaturas son escarabajos del orden Coleoptera. Suelen emplear la bioluminiscencia para atraer a sus parejas o para evitar a los enemigos.
Una característica distintiva de las luciérnagas es que emiten una “luz fría”, o sea, sin frecuencias infrarrojas o ultravioletas. El origen de la fuente lumínica es el abdomen, a pesar de la creencia extendida de que son sus ojos los que brillan. En dependencia del tipo específico que sea, este insecto generará luz de color amarillo, verde o rojo pálido, con longitudes de onda que van de 510 a 670 nanómetros.
Las luciérnagas están extendidas por diversas regiones del mundo, incluyendo los climas templados y tropicales. Por lo general, su hábitat son los lugares húmedos, pantanos, zonas boscosas, lagos, donde pueden reproducirse adecuadamente. Las larvas también emiten luz. En realidad, estos animales la producen en cualquier etapa de su ciclo vital.
No todas las especies de esta familia pueden volar, aunque la mayoría ―tanto hembras como machos― sí lo hace. Los colores habituales son el negro y el marrón. Sus cuerpos son alargados y suaves al tacto, a diferencia de otros escarabajos. Si observamos una luciérnaga de cerca veremos que parece ocultar su cabeza en un gran escudo, esta es una característica de la familia.
Por otra parte, el primer segmento del abdomen no está dividido por las patas traseras, sino que se muestra completo. En la mayoría de las luciérnagas, no necesariamente en todas, los otros segmentos son diferentes y se modifican en función de la luz que produzcan sus órganos.
Al parecer las larvas emplean la luz para alejar a los posibles depredadores; sin embargo, en los adultos esta propiedad es eminentemente sexual. Han desarrollado una variedad de señales para el cortejo: a veces se iluminan constantemente; otras, con intermitencia.
La sustancia que emite la luz en estos organismos ―la luciferasa― se emplea en medicina forense y su enzima tiene usos médicos, especialmente para detectar la presencia de magnesio en el cuerpo. Una hipótesis curiosa sugiere que el pinto Caravaggio pudo haber pintado sus obras empleando en sus lienzos polvo de luciérnagas, de modo que se creara una superficie fotosensible que proyectara la imagen pintada.