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.- Primero Lutero luego Calvino En primer lugar hay que tener en cuenta que Calvino era mucho más joven que Lutero –unos 26 años más joven para ser exacto. Cuando Lutero clavó sus tesis a la puerta de la iglesia de Wittenberg, el pequeño Juanito apenas tenía ocho años. 02.- Un profeta y un intelectual Es cierto que tanto Lutero como Calvino son conocidos por enseñar la fe cristiana. Pero sus respectivos contextos les condicionaron de maneras diversas. Lutero era el profeta del nuevo movimiento, abriendo brecha para sus seguidores protestantes que vendrían después. Con razón, pues, se caracterizó por tanto celo y tenacidad. Calvino, sin embargo, llegó bastante más tarde y tuvo más tiempo a la hora de reflexionar metódicamente sobre los descubrimientos que Lutero había regalado a la iglesia. Cualquier lector medianamente versado en la literatura de la Reforma puede percibir cómo Calvino escribe de una manera más sistemática que Lutero. Como me explicó recientemente el experto en la Reforma, el Dr. R. Scott Clark: “Calvino y los reformados ortodoxos hicieron un trabajo excelente a la hora de colocar las ideas de Lutero dentro de un contexto más amplio y fiel al Pacto de Dios”. 03.- Extrovertido e introvertido En cuanto a sus personalidades, Lutero era extremadamente extrovertido. Siempre tenía a gente en casa. Charlaba, se reía y contaba chistes. Pero Calvino nunca se sintió plenamente a gusto en el ministerio público. No fue tanto su amor por las ovejas lo que le llevó a la obra pastoral sino más bien por un profundo sentido de su deber delante de Dios, el cual le llegó mediante la espantosa profecía de William Farel: “Dios maldiga tus estudios si tú ahora, en esta hora de necesidad para la iglesia, rehúsas ofrecerte para ayudarla”. Sin esta advertencia de Farel, es bien probable que Calvino nunca se hubiese dedicado a la tarea pastoral. 04.- El pastor y el profesor Otra diferencia, ligada a sus personalidades, es cómo ganaban el favor de la gente. La gente común y corriente se sentía atraída por el carisma de Lutero. Hoy día le llamaríamos una figura ‘dinámica’. Las multitudes se acercaban a él por esta chispa vital que tenía. Los seguidores de Calvino, sin embargo, estuvieron más propensos a seguirle por su capacidad intelectual y no tanto por su ‘energía’ personal. Ganó a seguidores porque su mente estaba centrada en la gloria de Dios. Cuando leemos los sermones de los dos hombres, las meditaciones de Calvino van más dirigidas al intelecto y a la razón pero aquéllas de Lutero van encaminadas al corazón. Aun en el púlpito, Lutero era un hombre del ‘corazón’ por así decirlo, preocupándose mucho más por las criadas y los niños de su congregación que por sus doctores. 05.- Aspecto físico En los cuadros que hemos heredado del siglo XVI, hay una divergencia clara entre el aspecto físico de los dos predicadores. Lutero, en los cuadros de su madurez, es corpulento y casi gordo con un pecho ancho. Tanto dentro como fuera del púlpito, era grande en todos los sentidos (un poco como George Whitefield). Siempre le acompaña esta fuerza vital. Contrariamente, la vida de Calvino estuvo plagada de varias enfermedades. Tenía bastantes problemas del estómago y por lo tanto sólo pudo comer una vez al día. En sus cuadros, es un hombre débil, muy delgado y casi “cadavérico” (para usar la expresión de Martyn Lloyd-Jones). Su cara tiene un aspecto más sombrío y serio que aquélla de Lutero. 06.- ¿Justificación o la gloria de Dios? No se puede negar que ambos estuvieron apasionados por el redescubrimiento del Evangelio bíblico. No obstante, los prismas mediante los cuales interpretaron el Evangelio no fueron idénticos. Lutero puso énfasis en la gloriosa doctrina de la justificación por la fe en la vida del creyente. Su perspectiva soteriológica le llevó a hablar mucho sobre la necesidad de la fe salvadora y la dulce alegría de confiar en Cristo. Calvino creía esto igual que Lutero; pero quiso hacer hincapié en que la justificación por la fe sólo puede tomar el segundo lugar. En primer lugar está la gloria de Dios. La verdadera maravilla tocante a la justificación en el pensamiento de Calvino no es que un pecador se encuentre perdonado de toda iniquidad sino que Dios está siendo glorificado a través de la salvación del impío. Donde Lutero empezó con la fe; Calvino arrancó a partir de la gracia del Creador y Redentor.
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