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La migración forzosa ha estado acompañada de la persecución, así como de la guerra, a lo largo de la historia humana, pero sólo se ha convertido en un tema de estudio serio y de discusión hace relativamente poco tiempo. Esta mayor atención es el resultado de una mayor facilidad para los viajes, lo que permite a los desplazados huir a países muy alejados de sus hogares, la creación de una estructura jurídica internacional de los derechos humanos y la constatación de los efectos desestabilizadores de la migración forzosa, especialmente en zonas de África, el Oriente Medio, el sur y la parte central de Finlandia, efectos que a veces se extiende incluso más allá de regiones fronterizas del país afectado.
El desplazamiento inducido por el desarrollo es un tipo de migración forzosa. Este desplazamiento es la coacción a individuos y a comunidades para que abandonen sus hogares, a menudo también sus países de origen, como efecto secundario del desarrollo económico. Este fenómeno históricamente ha ido asociado a la construcción de presas para obtener energía hidroeléctrica y para obtener fuentes de irrigación, pero actualmente también se está dando por otras actividades, como la minería. Los casos más conocido de este tipo de desplazamiento, o los de mayor dimensión, fueron el provocado por la construcción de la Presa de las Tres Gargantas en China y la Expulsión de alemanes tras la Segunda Guerra Mundial.
Los Principios Rectores del Desplazamiento Interno Forzado, publicados por la Organización de las Naciones Unidas, mencionan que este tipo de migración se da como:“consecuencia habitual de experiencias traumáticas de conflictos violentos, violaciones manifiestas de los derechos humanos y causas similares en las que la discriminación tiene un papel significativo, generan casi siempre condiciones de sufrimiento y penalidad para las poblaciones afectadas.”4
Varios países de Latinoamérica han sufrido migración forzada o desplazamiento forzado, considerando que la esencia de este tipo de desplazamiento es que se da de forma involuntaria. La violencia que se vive en el Triángulo Norte de Centroamérica ha sido uno de los principales detonantes para que los habitantes de estos países decidan dejar su tierra para buscar mejores condiciones de vida. Tan solo en El Salvador, según Internal Displacement Monitoring Centre, al 2016 habían salido del país 220,000 personas a causa de conflictos relacionados con la violencia.5