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Argumento: Makoto Konno es una joven que está cursando su último año de secundaria y aún no sabe qué hacer con su futuro. Entre la presión de los profesores y su día a día con sus amigos, la vida de la chica da un giro radical en el instante en que descubre que es capaz de saltar en el tiempo.
El tiempo no espera a nadie
La Chica que Saltaba a través del Tiempo es una película muy divertida y que consigue hacer reír a cualquiera, pero detrás de ese humor que destila tanto su historia como sus personajes encontramos varios mensajes o moralejas que debemos tener en cuenta. La primera de ellas es que toda acción tiene su reacción. Esto se puede ver claramente cada vez que nuestra chica salta en el tiempo para beneficiarse de la situación, pues al hacerlo, inevitablemente, otra persona resulta afectada. Este hecho nos lleva hasta la segunda moraleja: cuidado con lo que deseas. Llegar hasta donde uno quiere no es fácil, y no hay ningún tipo de atajo para llegar antes, únicamente se puede llegar mediante el esfuerzo, el trabajo duro y, a veces, el sacrificio. Durante el filme vemos cómo, poco a poco, Makoto se va dando cuenta de este último punto y cómo madura con tal de esforzarse para lograr lo que quiere, pues conseguirlo por el camino fácil al final resulta fatal.
La Chica que Saltaba a través del Tiempo película
La historia, que es realmente fácil de seguir gracias a una gran narración y a un estilo muy desenfadado y cercano, sabe combinar a la perfección los elementos más cotidianos con aquellos que están estrechamente ligados a la ciencia ficción. Sin ningún problema podemos aceptar que dentro de un universo "normal" una chica de instituto puede ir viajando en el tiempo para cambiar todo aquello que quiera. Esto es gracias al trabajo realizado entre Mamoru Hosoda y el guionista Satoko Okudera (Summer Wars).
Otro de los puntos fuertes de la película es la cercanía de los personajes, en especial la protagonista. Gracias a ellos el espectador forma parte también de esa pequeña amistad que puede traspasar el tiempo y el espacio. Sus conversaciones simples, aunque a veces más series, las inquietudes propias de la edad y el miedo hacia el fantasma de la madurez son algunas de las cosas que logran que les cojamos un gran cariño tras la hora y media que dura la película.
Uno de los hechos que hacen de La Chica que Saltaba a través del Tiempo una película imprescindible es el inesperado final, el cual deja muchas preguntas sobre la mesa. Unas preguntas cuya respuesta debe buscar el espectador, bien en un segundo visionado o bien reflexionando sobre aquello que ha visto. Y es que ese final, además de cierto personaje que ayuda a Makoto, da ese toque de misterio que tanto gusta a los creadores de teorías.
Centrándonos en la animación, el estudio Madhouse hace un buen trabajo, aunque bien es cierto que no es tan sorprendente como otras obras cinematográficas en las que ha trabajado. Aparte de errores garrafales de proporción, tenemos caras bastante mal ejecutadas. No obstante, y en determinado momento de la película, Madhouse saca toda la artillería pesada haciéndonos creer que podemos tocar aquello que se está mostrando en pantalla.
En lo que respecta a la banda sonora, compuesta por Kiyoshi Yoshida, mezcla temas instrumentales que logran poner la piel de gallina con melodías que despiertan el lado más cómico de los personajes. Todas ellas forman un conjunto muy amable y agradable de escuchar, además de que nos transporta hacia un universo en el que todo es posible y en el que más de uno querría saltar en el tiempo como Makoto.