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Se han encontrado vestigios de presencia humana en China desde hace casi 2 millones de años, dado que la exploración arqueológica de China es todavía relativamente reciente, es posible que en un futuro cercano surjan nuevos descubrimientos. Los restos más antiguos encontrados hasta ahora son el llamado Hombre de Yuanmou, un homínido que vivió hace 1,7 millones de años en la Provincia de Yunnan, el Hombre de Lantian, que vivió hace unos 800.000 años en las cercanías de Xi'an, y el Hombre de Beijing, que vivió en las afueras de esta ciudad hace unos 400.000 años y en el que ya están presentes las características básicas del hombre: como es el caminar erecto y el uso del fuego y herramientas. Los vestigios humanos se multiplican en China a partir de hace unos 200.000 años. Desde entonces hay restos de numerosos homínidos. No obstante, se considera que el chino moderno no desciende de ninguno de estos homínidos, que fueron exterminados por completo por el nuevo homo sapiens procedente de África.
Constituye una de las civilizaciones más antiguas del mundo con continuidad hasta la actualidad, y las primeras comunidades urbanas aparentemente tienen sus orígenes en una importante via fluvial… la cuenca del río Amarillo, en función de la necesidad de organizar el aprovechamiento de los recursos hidráulicos para obtener mejores rendimientos agrícolas.
Parece haber sido gobernada bajo altos principios éticos de respeto al individuo y la comunidad. El rey actuaba de mediador entre los dioses y el mundo terrenal, teniendo, como sumo sacerdote, atribuciones tendentes a mantener el buen orden establecido (dirección del culto y los sacrificios, establecimiento del calendario de fiestas y tareas agrícolas). La nobleza -integrada tanto por príncipes de sangre real, como por quienes habían ascendido en el servicio de la corte- le estaba sometida. En el aspecto religioso, cabe destacar la creencia en la adivinación y el culto a los antepasados.
La enorme extensión geográfica del estado actual de la República Popular China hace que, inevitablemente, la historia de todo este territorio abarque, en sentido amplio, a un gran número de pueblos y civilizaciones. Sin embargo, el hilo conductor de la narración tradicional de la historia china se centra, en un sentido más restringido, en el grupo étnico de los chinos, y está íntimamente asociada a la evolución de la lengua china y su sistema de escritura basado en los caracteres. Esta continuidad cultural y lingüística es la que permite establecer una línea expositiva de la historia de la civilización china, que, tanto desde los textos más antiguos del I milenio a. C., como desde los clásicos confucianos, pasando por las grandes historias dinásticas promovidas por los emperadores, ha continuado hasta el presente. Los descubrimientos arqueológicos del siglo XX, muy en especial los de los huesos oraculares, que recogen las primeras manifestaciones escritas en lengua china, han contribuido en las últimas décadas a un conocimiento mucho más detallado de los orígenes de la civilización china.
Siendo los valles arroceros invadidos permanentemente por guerreros mongoles debieron desarrollar una monarquía militar absoluta encabezada por el emperador, el hijo del cielo, apoyado en la nobleza y los funcionarios, llamados mandarines. Los mandarines recibían una educación especial y su poder fue creciendo hasta manejar todos los asuntos del Imperio.
Los chinos adoraban a dioses del cielo y de la tierra. Además tenía mucha importancia el culto a los antepasados de cada familia. En el siglo VI a. C. la religión china sufrió la influencia del budismo indio y de dos movimientos surgidos en China: el de Lao Tse y el de Confucio.
A Lao Tse se le atribuye una teoría sobre la creación del mundo: el Tao, (el camino) principio único creador que dio origen a todo lo creado. Esta doctrina, a la que se la llamó taoísmo, proponía renunciar a todo deseo para alcanzar la felicidad.
La doctrina de Kung Tse (Confucio) fue menos profunda pero tuvo mucha más adhesión popular. Confucio daba una serie de normas morales que no hacían otra cosa que confirmar las tradiciones chinas: respeto al emperador, a los ancianos y a los padres; ejercicio de la caridad, conducta honrada, estudio y serenidad. Estos principios, que convenían al poder imperial, fueron puestos por escrito en los libros King, que eran estudiados permanentemente por los mandarines y transmitidos al pueblo como valores morales.