Respuestas
En la época medieval, el sistema económico se basaba en la agricultura, bajo una forma feudal. Realeza, nobleza y clero poseían tierras que los campesinos, que representaban el 80% de la población, se encargaban de cultivar. Entregaban las cosechas para el abastecimiento de la casa del señor -cualquiera que fuere su rango o condición- y la de los campesinos.
La agricultura era la base de la economía medieval
Gracias a los fabulosos documentos que han llegado hasta nosotros sabemos que, al menos hasta el siglo XII, la producción se destinaba exclusivamente al autoabastecimiento de los habitantes de los feudos.
Viendo esta pirámide, podemos establecer que la tierra fue el elemento de unión entre unos y otros, entre los poderosos y el pueblo llano. La tierra fue también la base del sistema económico medieval, una tierra cada vez más productiva gracias a la confluencia de una serie de factores que animaron a los productores y que propiciaron el auge en los cultivos: mejor comercialización de los productos y mayor demanda, derivada del aumento de la población y del crecimiento del mercado urbano -las ciudades albergan cada vez a más habitantes
La Economía en la España Medieval cristiana
En estos campos se podían cultivar uno o más productos, dependiendo del lugar al que hagamos referencia. Por ejemplo, los cereales se cultivaban en Castilla, las frutas y hortalizas en las cuencas mediterráneas de Valencia y Murcia, o las viñas, cada vez de mayor calidad, en las riberas del Duero y en la actual provincia de La Rioja.
Agricultura y ganadería
Además de la agricultura, no podemos olvidar el otro gran pilar de la economía española medieval: la ganadería. La cabaña ganadera era una de las grandes riquezas del país, base indispensable de la economía. Como nos explica Ladero Quesada, gran especialista en la época medieval, el negocio ganadero no sólo interesaba a los propietarios, sino también a la Corona, que percibía la alcabala.
Escena de pastoreo
Este impuesto gravaba a los ganados trashumantes por la venta de los productos y servicios y montazgo; a los mercaderes, que comercializaban en el interior y sobre todo en el exterior con productos como lanas o cueros; y a muchos grandes propietarios de tierras -órdenes militares, monasterios o nobleza- que, además de disponer de sus propios ganados, arrendaban pastos a los ajenos.
La ganadería fue una de las claves de la economía medieval en la España cristiana
Por ello en los siglos altomedievales, el auge de la ganadería y sus productos, así como el perfeccionamiento de las técnicas agrarias que permitieron entre otras cosas excedentes de producción, además de un importante aumento demográfico, supusieron un impulso para el desarrollo de algunas manufacturas como el cuero y la lana, realizados por artesanos en pequeños talleres familiares.
La comercialización
La comercialización de los productos se llevaba a cabo en los mercados, espacios creados en este tiempo, que podían tener un carácter local o provincial, mejorando gracias al crecimiento continuo de las ciudades. Los urbanos, incluso, llegan a establecerse con una periodicidad diaria. Las ciudades se especializan en las manufacturas a través de los gremios y el campo, apoyadas, entre otras cosas, gracias al aumento de la población y las mejoras de las técnicas agrícolas, que incrementan progresivamente la productividad, permitiendo vender los excedentes y aquellos productos derivados de los mismos.
Estos mercados tenían como objetivo proveer de los alimentos básicos a los habitantes de las urbes. Causa o consecuencia, tal vez ambas a la vez, se asiste a la mejora de las vías de comunicación, haciendo más fácil el trasporte de mercancías y por tanto facilitando la actividad comercial y reduciendo los costos de transporte. Los mercados traen consigo un uso continuado de las monedas y, en cierta forma, también contribuyen al asentamiento definitivo del sistema monetario y de cambio, pudiendo diferenciar con el paso de los años las monedas más fuertes y que por tanto terminan convirtiéndose en patrón de referencia.