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Se debe formar desde la niñez para tener una actitud generosa y respetuosa frente a las diferencias, lo que se logra con políticas educativas coherentes y con un trabajo conjunto de todos los estamentos de la sociedad: gobiernos, familias, escuelas, medios de comunicación y comunidades".
La tolerancia es el fundamento de la convivencia. En el desconocimiento de esa premisa sencilla y esencial está una de las razones para que la humanidad viva una época signada por la violencia, las convulsiones sociales, la discriminación y la inequidad. Inaceptable para un mundo moderno en el que gracias al desarrollo de la tecnología y las comunicaciones las fronteras son cada vez más simbólicas, las distancias imperceptibles y se han abierto las puertas del conocimiento y la cultura para las mayorías.Sobre ello reflexiona el Día Internacional de la Tolerancia que Naciones Unidas celebra cada 16 de noviembre desde 1996. Es una oportunidad para que los Estados y las sociedades se acuerden que deben actuar para que los miembros de sus comunidades se acepten y respeten entre ellos y a los demás, más allá de sus diferencias y precisamente en su diversidad cultural, de género, de raza, de religión o de pensamiento. Como está en la Declaración que le dio vida a la celebración de este día, la tolerancia es la responsabilidad que sustenta los Derechos Humanos, el pluralismo, la democracia y el Estado de Derecho. Principios que son la esencia de un mundo en paz, en el que la resolución de los conflictos se haga a través de las leyes y no de las acciones violentas. En el que la libertad sea inherente a la existencia y los Estados aseguren la equidad para todos sus ciudadanos.Lograr sociedades e individuos tolerantes necesita más que de retórica. Las naciones requieren de un marco legal que garantice los derechos de sus ciudadanos, evite la discriminación y obligue a que los desacuerdos se solucionen por la vía del diálogo. Es en la educación donde está la clave para que se aprenda a aceptar al otro tal como es. Se debe formar desde la niñez para tener una actitud generosa y respetuosa frente a las diferencias, lo que se logra con políticas educativas coherentes y con un trabajo conjunto de todos los estamentos de la sociedad: gobiernos, familias, escuelas, medios de comunicación y comunidades. En este planeta globalizado, garantizar el acceso a las tecnologías de la comunicación y a la información es una obligación para ayudar a erradicar la intolerancia y darle más oportunidades a la coexistencia pacífica de la que habla Ban Ki-moon, secretario general de la ONU. En la medida en que se abran esas puertas del conocimiento, serán más quienes reconozcan la pluralidad de la humanidad, dejen de lado sus prejuicios y se nieguen a ser manipulados en nombre de la nacionalidad, la religión o la política. Entonces no habría cabida para guerras como los que vive hoy el Medio Oriente ni millones de inmigrantes tratados como parias, como tampoco la discriminación contra los grupos minoritarios o los más indefensos. En naciones como Colombia disminuirían los índices de violencia, que se generan en buena parte por la intransigencia de sus ciudadanos. Como dijo ayer Ban Ki-moon, En este mundo cada vez más interconectado, la promoción de la tolerancia es la manera de fomentar la armonía que necesitamos para encarar retos acuciantes y garantizar un futuro mejor.
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