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Las vidas de aquellos que pasan tiempo junto a un perro o a un gato pueden ser diametralmente diferentes: mientras que el felino doméstico, a menudo injustamente considerado un oportunista, es un amigo discreto, el perro se distingue por su lealtad y dedicación completa a su dueño.
Si el gato es una mascota afectiva, el perro, en cambio, se distingue por una naturaleza social que facilita la convivencia con los seres humanos. Ambas especies -es un hecho- tienen una profunda tendencia a la comunicación (los humanos utilizamos el lenguaje hablado, el perro se expresa usando el lenguaje corporal) y a la creación de vínculos afectivos. Pero, ¿cuáles son las señales de afecto en los perros?
las señales de afecto que tienen. La relación de los seres humanos con los animales suele ser ambigua, culposa, llena de desconocimiento y manipulación.Hace tiempo que Darwin y otros investigadores desmontaron la teoría de que humanos y animales no tenían nada en común porque el primero era un ser racional y los segundos meros mecanismos automáticos. Y a finales del siglo XIX los psicólogos de la corriente mentalista ya defendían que había animales inteligentes. Pero ha sido en las últimas décadas del siglo XX y en lo que llevamos del XXI, con el auge de la etología y de la investigación científica en general, cuando se han ido acumulando evidencias de que la memoria, la comunicación, la capacidad de aprendizaje, el uso de herramientas, el sentido de la justicia, la amistad, la envidia, los celos, la solidaridad, la cooperación, la empatía o el cariño, por citar algunos, son rasgos compartidos por muchos animales. En parte porque, como explica Juan Moreno, investigador del CSIC en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, "la moral –y los comportamientos prosociales que asociamos a ella–, el lenguaje o la memoria son cuestiones biológicas, algo que ha sido favorecido durante la evolución". A modo de ejemplo comenta que el cariño de los padres por los hijos es un comportamiento común a todas las especies en las que las crías conviven con los progenitores después de nacer porque la evolución se ha encargado de no perpetuar los genes de los individuos que no tenían esa conducta, pues sus descendientes no sobrevivían sin esos cuidados. Y lo mismo explica de la empatía, un rasgo que se ha comprobado en los primates y en otros mamíferos. "La capacidad de suponer qué pasa por la mente del otro es adaptativa porque si puedes predecir cómo se comportarán otros individuos, qué van a hacer en determinadas circunstancias, tienes más probabilidades de sobrevivir"