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El sistema político estadounidense encuentra sus raíces en las
tradiciones llevadas por los colonialistas desde Inglaterra, en los siglos
XVII y XVIII. Su sistema jurídico-político, por tanto, se deriva de las
ideas y las prácticas inglesas, y encuentra sus fundamentos históricos
en el Derecho Consuetudinario. Un sistema jurídico construido sobre
decisiones judiciales y sobre precedentes acumulados durante muchos
siglos, en las tradiciones inglesas de los derechos individuales forjadas
con la Carta Magna de 1215, por la que el Rey estaba obligado a
respetar la Ley y los Derechos de los sujetos, y en la Carta Inglesa de
los Derechos de 1689 (English Bill of Rights), que estableció garantías
básicas, como el derecho a ser juzgado por un Jurado o el derecho de
petición al Gobierno.
Este marco jurídico-político permitió posteriormente sentar las
bases de un sistema político caracterizado por la estabilidad y la
continuidad. El régimen político estadounidense, a pesar de constituir
una de las naciones más jóvenes del mundo occidental, representa uno
de los sistemas políticos más antiguos y que ha estado sometido a
menos transformaciones. Esta estabilidad política, sólo interrumpida por
la guerra civil entre 1861 y 1865, es producto de un acto casi
revolucionario,1 plasmado en la Declaración de la Independencia de
1776, y en la Constitución promulgada en 1789.