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sideró que fe y razón son facultades totalmente independientes y distintas. La fe depende de la revelación así que no necesita de la razón que no puede aportar nada a la fe. La razón es una facultad otorgada por Dios al hombre para que este se guíe en el mundo, por lo tanto, no necesita de la fe en su ámbito propio. Esta separación entre el ámbito religioso y el ámbito mundano la extrapoló el filósofo franciscano a la separación entre el poder político (Estado) y el poder religioso (Iglesia), lo que le valió la condena por herejía.
Según Ockham la plenitud de poderes del Papa en lo político y religioso es contraria a la enseñanza evangélica, el Papa debe ser un servidor de los fieles cristianos y su autoridad debe de estar limitada en todo momento por la expresión libre de la fe de todos los miembros de la Iglesia. Según este filósofo, que anticipa la Reforma protestante, ni el Papa ni los concilios pueden imponer verdades para ser acatadas por el resto de la comunidad de fieles, ya que para Ockham esta comunidad de fieles es la Iglesia misma. Niega el de Ockham la infalibilidad del Papa, al contrario, el Papa como hombre que es puede equivocarse, solo es infalible el cuerpo colectivo de la Iglesia formada por todos sus fieles. Por tanto, nuestro autor rechaza el orden jerarquizado y autoritario de la Iglesia de su tiempo, decantándose por una visión más democrática de la religión.
Si el poder del papado está al servicio de los fieles en cuestiones religiosas, mucho menos potestad tendrá el Papa para inmiscuirse en asuntos políticos. La autoridad del Papa es solo religiosa y no debe entrometerse en los asuntos públicos. De esta manera, religión y política quedan delimitados como ámbitos paralelos pero separados hasta el punto que el filósofo cristiano considerará que el poder político no obtiene su legitimidad de Dios sino de que se atenga al bien común.
Ockham elaboró una filosofía moderna en el medievo: se opuso a la subordinación de la razón a la fe, negó la autoridad y la infalibilidad del Papa, concibió una Iglesia democratizada y criticó al poder político que pretendía legitimarse en Dios en vez de en el bien común. Con este autor empieza el fin de la filosofía medieval, la asfixiante relación que durante toda la Edad Media existía entre Iglesia y Estado va poco a poco desquebrajándose hasta llegar a la ruptura que supuso la Reforma protestante y, con ella, la Modernidad.