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Los anfibios (Clase Amphibia), como su nombre lo indica, agrupa a aquellos animales cuyo ciclo de vida se desarrolla tanto en un ambiente acuático como en el terrestre; los ejemplares que sobreviven actualmente representan el linaje Lissamphibia, sobreviviente de los primeros tetrápodos y son el resultado de la transición evolutiva de una existencia acuática a una terrestre, cabe destacar que ésta transición se produjo durante millones de años y las relaciones evolutivas de estos primeros tetrápodos aún causan controversia.
Actualmente se conocen 7703 especies de anfibios, repartidos en tres órdenes: Gymnophiona (cecilias), Caudata (salamandras) y Anura (ranas y sapos), los cuales comparten características estructurales que los ubican entre los peces y los reptiles, y aunque están adaptados en su mayoría a la vida terrestre aún necesitan de ambientes húmedos para su desarrollo, por esa razón es interesante tratar un tema relacionado a cómo respiran los anfibios, para comprender mejor sus formas de vida.
Se caracterizan por presentar una estructura esquelética ósea resistente que les permite soportar el peso de su cuerpo en tierra y en su mayoría presentan extremidades del tipo tetrápodo, así como sus correspondientes cinturas (pectoral y pélvica), algunos anfibios cuentan con costillas y otros carecen de ellas. Su respiración es pulmonar (ausente en algunas salamandras y en el estado larval), por lo que su circulación es doble, con circuitos pulmonar y sistémico independiente, así como un corazón tricameral. Fueron de los primeros tetrápodos en presentar receptores sensoriales adaptados para la vida en la tierra, como es el oído con una membrana timpánica y un estribo, la córnea como principal superficie de refracción para desviar la luz, párpados y glándulas lacrimales para la protección y limpieza del ojo; y un epitelio olfativo que tapiza la cavidad nasal y les permite captar los olores transmitidos por el aire.
A pesar de sus adaptaciones a la vida terrestre, al poseer una piel muy delgada y glandular, los anfibios se deshidratan con facilidad en ambientes secos, así que se encuentran limitados a entornos húmedos o acuáticos; algunos presentan glándulas venenosas, y todos cuentan con células pigmentarias.
Sus huevos carecen de una cubierta protectora que evite la desecación, así que son acuáticos y estos al eclosionar producen larvas que requieren de branquias para respirar en el agua. En su ciclo de vida, a esta etapa le sigue una metamorfosis donde las branquias se pierden y los pulmones las reemplazan como estructuras respiratorias. En su mayoría, los anfibios cumplen con este modelo ancestral, aunque hay excepciones donde algunos han desarrollado mecanismos para mantener una existencia completamente terrestre, como es el caso de algunos anuros; o como algunas salamandras que mantienen una morfología larvaria y carecen de una metamorfosis, por lo cual su ciclo de vida se desarrolla completamente en el agua.
Como se mencionó anteriormente, una de las adaptaciones más importantes para la vida terrestre fue la presencia de pulmones para la respiración. Sin embargo, los múltiples órdenes actuales de anfibios cuentan con varios mecanismos respiratorios en sus distintas etapas de desarrollo, y no solo con el pulmonar. Veamos más detenidamente cómo respiran los anfibios.
De ahí que, los anfibios en ser adultos, una vez han finalizado la metamorfosis, respiren a través de los pulmones en lugar de las branquias. Los anfibios adultos, además de la respiración pulmonar, tienen otros dos tipos de respiración: la respiración cutánea y la efectuada a través de la garganta o respiración bucal