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Respuesta dada por:
7
"La noche del oráculo"
Paul Auster
Inicio
Había estado mucho tiempo enfermo. Cuando llegó el día de salir del hospital, apenas sabía andar, casi no recordaba quién era. Haga un esfuerzo, me dijo el médico, y en tres o cuatro meses volverá a habituarse a las cosas. No le creí, pero de todos modos seguí su consejo. Me habían desahuciado, y ahora que había desbaratado sus predicciones y seguía misteriosamente con vida, ¿qué otra cosa podía hacer sino vivir como si tuviera un futuro por delante?
Nudo
Cuando acabé de leer ese artículo por primera vez, dije para mis adentros: Ésta es la historia más horrible que he leído en mi vida. Si ya era bastante difícil asimilar la información sobre el niño, cuando llegué al episodio del apuñalamiento en el cuarto párrafo, comprendí que estaba leyendo una historia sobre el fin de la humanidad, que aquella habitación del Bronx era el sitio exacto sobre la tierra donde la vida humana había perdido su significación. Me detuve unos momentos, intentando recobrar el aliento, tratando de dejar de temblar, y luego leí el artículo de nuevo. Esta vez los ojos se me llenaron de lágrimas. Fue algo tan súbito, tan inesperado, que inmediatamente me tapé la cara con las manos para que no me vieran llorar. Si la cafetería no hubiera estado llena de clientes, probablemente me habría derrumbado en un verdadero acceso de llanto. No llegué a ese extremo, pero tuve que emplear todas mis fuerzas para contenerme.
Desenlace
No sé cuanto tiempo pasé así, pero mientras las lágrimas manaban de mis ojos, me sentía feliz, más feliz por estar vivo de lo que me había sentido jamás. Era una felicidad que estaba más allá del consuelo, más allá del dolor, más allá de toda la fealdad y la belleza del mundo. Finalmente, el llanto cedió y me dirigí a la habitación a cambiarme de ropa. Diez minutos después, estaba otra vez en la calle, camino del hospital para ver a Grace.
Paul Auster
Inicio
Había estado mucho tiempo enfermo. Cuando llegó el día de salir del hospital, apenas sabía andar, casi no recordaba quién era. Haga un esfuerzo, me dijo el médico, y en tres o cuatro meses volverá a habituarse a las cosas. No le creí, pero de todos modos seguí su consejo. Me habían desahuciado, y ahora que había desbaratado sus predicciones y seguía misteriosamente con vida, ¿qué otra cosa podía hacer sino vivir como si tuviera un futuro por delante?
Nudo
Cuando acabé de leer ese artículo por primera vez, dije para mis adentros: Ésta es la historia más horrible que he leído en mi vida. Si ya era bastante difícil asimilar la información sobre el niño, cuando llegué al episodio del apuñalamiento en el cuarto párrafo, comprendí que estaba leyendo una historia sobre el fin de la humanidad, que aquella habitación del Bronx era el sitio exacto sobre la tierra donde la vida humana había perdido su significación. Me detuve unos momentos, intentando recobrar el aliento, tratando de dejar de temblar, y luego leí el artículo de nuevo. Esta vez los ojos se me llenaron de lágrimas. Fue algo tan súbito, tan inesperado, que inmediatamente me tapé la cara con las manos para que no me vieran llorar. Si la cafetería no hubiera estado llena de clientes, probablemente me habría derrumbado en un verdadero acceso de llanto. No llegué a ese extremo, pero tuve que emplear todas mis fuerzas para contenerme.
Desenlace
No sé cuanto tiempo pasé así, pero mientras las lágrimas manaban de mis ojos, me sentía feliz, más feliz por estar vivo de lo que me había sentido jamás. Era una felicidad que estaba más allá del consuelo, más allá del dolor, más allá de toda la fealdad y la belleza del mundo. Finalmente, el llanto cedió y me dirigí a la habitación a cambiarme de ropa. Diez minutos después, estaba otra vez en la calle, camino del hospital para ver a Grace.
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