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Una de las ideas más extendidas sobre el Cid Campeador es aquella que le identifica como un “asesino de moros” que, en pro de los cristianos, se convirtió en un símbolo de la Reconquista. Esta misma idea es la que ha hecho que algunos entusiastas, al saber que el Cid histórico combatió al lado de musulmanes, le consideren una especie de mercenario traidor a su fe, lo cual evidencia su relativa confusión en torno a la historia del Cid y a la realidad política y social de la época. Buena parte de esa imagen del Cid “Matamoros”, similar en cierto modo a la representación tradicional de Santiago, se basa principalmente en el testimonio del Cantar de mio Cid. En realidad, es una imagen falsa, un tópico, en cuanto que el famoso poema épico nos muestra justo todo lo contrario: la guerra, pero también la convivencia, con las diversas etnias que cohabitaban en España. Por desgracia, no es raro que quienes se hacen eco de ese tópico lo hagan, precisamente, porque no han leído nunca el poema dedicado al Campeador. Por ello, lo que aquí trataremos de mostrar es cómo el Cantar de mio Cid refleja, tanto por medio de su personaje central como por el contexto en que se le sitúa, la realidad social de los siglos XI y XII fundamentalmente.
El poema del Mío Cid relata la historia de un caballero, el cual tiene un gran sentido de los valores, la lealtad y el honor, este hombre ha perdido la honra debido a la envidia de muchos compañeros sin embargo esto lo impulsa a realizar una gran cantidad de hazañas con la finalidad de recuperar nuevamente el favor del Rey.
El poema Inicia con el destierro del Cid debido a que es acusado de robo, lo cual pone en desgracia no sólo al propio caballero sino también a toda su familia por lo que se dispone a recuperarlo todo.