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En la Antigüedad, hace más de 5.000 años, la caña de azúcar ya era tenida por planta alimenticia en Nueva Guinea, de donde parece que es originaria. Desde allí la comercializaron los mercaderes indios, que la transportaban al continente asiático. Se sabe que hace unos 4.500 años, de la India pasó a China y al cercano oriente, donde encontró un clima adecuado, y desde donde se expandió a otros continentes.
En la Antigüedad, hace más de 5.000 años, la caña de azúcar ya era tenida por planta alimenticia en Nueva Guinea, de donde parece que es originaria. Desde allí la comercializaron los mercaderes indios, que la transportaban al continente asiático. Se sabe que hace unos 4.500 años, de la India pasó a China y al cercano oriente, donde encontró un clima adecuado, y desde donde se expandió a otros continentes.
Los antiguos griegos y luego en la Roma Imperial la conocían como “miel de la India”. De hecho, el término deriva del sánscrito: de sakara = dulce. De esa voz descienden el griego sakjaron y el árabe sukkar, de donde procede el término castellano utilizado ya a principios del XIII. Este es el origen de la palabra azúcar.
En el siglo VI, los persas comerciaban con azúcar refinada y cristalina obtenida mediante un procedimiento de extracción aprendido de los chinos (tanto del azúcar blanco como el azúcar moreno). Del mismo modo, en el IX se vendía en Egipto como producto exclusivo. Era un artículo tan caro que su uso fue minoritario: se vendía en las farmacias de la época, por tener virtudes curativas y mejoraba la salud, según el pensamiento de la época.
Hubo un tiempo en que el azúcar era desconocida en Europa. De hecho a este continente llegó en el siglo III, siendo entonces cultivada en la costa este española. Pero tras la caída del Imperio Romano y el advenimiento de los bárbaros su cultivo cayó en el olvido, así como el procedimiento de extracción del azúcar.
Fue también España el primer país en recuperar su cultivo de la mano de los árabes, que la adaptaron a los suelos húmedos de la larga y cálida franja costera de Andalucía. También plantaron la caña de azúcar en los marjales y rebordes de acequias mediterráneas, desde la ciudad de Valencia hasta Tortosa, hacia el año 1000. También te puede interesar la historia del arroz.
Los españoles llevaron el azúcar a América en 1493, y en Santo Domingo estuvieron las primeras plantaciones, de donde saltó al resto del Caribe. Hernán Cortés y Francisco Pizarro la llevaron a tierra firme. La industria azucarera fue la más importante de América durante mucho tiempo.
Pero siguió siendo un producto de precio tan elevado que a finales del XV constituía un excelente regalo. Entre 1518 y 1577 se llegó a pagar por un quintal de azúcar una cantidad de dinero suficiente para hacer frente a la comida de una familia de clase media durante un año. Puedes ver la historia del dinero.
En cuanto al azúcar de remolacha, siendo químicamente el mismo producto, tardó mucho en descubrirse. Hasta el siglo XVIII, la remolacha fue de uso exclusivamente forrajero o se empleó como planta ornamental. El químico alemán Andrés Margraf fue el primero en verle posibilidades comerciales en 1747, apercibiéndose de la gran cantidad de azúcar de que era portadora la planta.
Más tarde un compatriota suyo apellidado Achard, dio con el modo adecuado de extracción y levantó la primera planta azucarera en Silesia con la ayuda del rey prusiano Federico II. Se consiguió entonces el primer azúcar de remolacha, pero todavía no parecía rentable dada la escasa cantidad y pobre rendimiento.
Como en otras aventuras de esta naturaleza fue Napoleón Bonaparte quien fomentó su explotación a principios del XIX en que empezó a competir seriamente con el azúcar de caña procedente de las colonias americanas. En 1811, con motivo del bloqueo a que fue sometida Francia por los ingleses, Napoleón montó una red de factorías azucareras: más de cuarenta fábricas, que daban azúcar suficiente para vender a otras potencias.
Incomprensiblemente, tras la derrota de Waterloo en 1815, se abandonó la producción de azúcar remolachera, que no reapareció hasta 1842, en que la abolición del sistema de esclavitud en América encareció y dificultó el cultivo de la caña en las posesiones americanas europeas.
Como ya era necesario asegurarse el abastecimiento de un producto que era de primera necesidad en el siglo XIX todos los países comenzaron a investigar materias primas y métodos de obtención de azúcar de forma barata. Y así fue, con el paso de los años los procedimientos para extraer el azúcar se perfeccionaron, abaratando el precio del azúcar. También puedes ver la historia del caramelo.
Por ejemplo, una de las curiosidades dentro de la historia del azúcar es la obtención que de este producto hacen los canadienses. Hacen profundos cortes en la corteza del árbol típico de aquel inmenso país, el arce, cuya savia cristaliza en un azúcar muy blanco que llaman azúcar de arce o cristal de nieve.
El azúcar ha pasado a ser no sólo un alimento básico de la repostería y de la dieta de muchas personas, sino también una palabra en la que se resumimos todo lo que es bueno, delicado o dulce. Por ejemplo, en sentido metafórico decimos que es “como el azúcar” a la persona que es tierna, sensible, dulce o bien a la que valoramos, deseamos y queremos.