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Al recorrer las calles o las vías de nuestras ciudades y campos, una valla publicitaria atrapa la mirada: es la que muestra la transformación del soldado colombiano, a través de sus diferentes uniformes, desde aquel primer miliciano de comienzos del siglo XIX hasta llegar al moderno militar del siglo XXI. Al contemplarla es imposible no reflexionar acerca de cómo cambian los tiempos, los uniformes y las armas, pero se mantiene intacta la voluntad del Ejército y sus valientes integrantes para defender la libertad de su patria.
Desde el Grito de Independencia, hace doscientos años, en la efervescencia de los hechos libertarios de 1810, las milicias populares jugaron un papel fundamental para defender las juntas autónomas que se formaron a lo largo y ancho de nuestro territorio, y lo siguieron teniendo durante los primeros años en que estrenamos nuestra condición de independencia. Después de la Reconquista, los ejércitos tendieron a volverse más profesionales y, en medio de la escasez de recursos, suplieron con valor lo que faltaba de experiencia y preparación.