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Por lo general, cuando un animal, una planta o incluso una persona muere, suele desintegrarse por completo. Pero en ciertas situaciones, cuando las condiciones son las adecuadas, permanece un registro fósil de su existencia. Por lo general, la formación de un fósil depende del la composición química del organismo que ha muerto y de la composición del agua a la que estará expuesto.
Existen varios procesos, tanto físicos como químicos que permiten la formación de los fósiles. Por lo general, los elementos duros de un organismo, tales como el esqueleto o las conchas, tienen una mayor cantidad de minerales en su composición, lo que facilita la formación de fósiles. Por el contrario, en el caso de los órganos internos, suelen descomponerse por la acción de las bacterias antes de que dé tiempo a que se forme el fósil.
Para que se dé la formación de un fósil, es necesario que se den una serie de condiciones que eviten la descomposición de los elementos duros del organismo, ya que lo habitual es que por factores físicos externos, disolución o descomposición no queden restos.
El proceso más común en la formación de un fósil es la permineralización
Uno de los procesos mediante el cual se forman los fósiles se denomina carbonización, y suele ocurrir con las hojas de las plantas y algunas partes del cuerpo de los peces, reptiles o también invertebrados marinos. Lo que ocurre es que cuando el organismo muere y se va descomponiendo, y lo único que permanece es el carbono que deja una huella, una impresión de carbono en las rocas sedimentarias, con la información detallada del organismo.
PorElena Verger SalomPublicado el 30 abril, 2016
Por lo general, cuando un animal, una planta o incluso una persona muere, suele desintegrarse por completo. Pero en ciertas situaciones, cuando las condiciones son las adecuadas, permanece un registro fósil de su existencia. Por lo general, la formación de un fósil depende del la composición química del organismo que ha muerto y de la composición del agua a la que estará expuesto.
Existen varios procesos, tanto físicos como químicos que permiten la formación de los fósiles. Por lo general, los elementos duros de un organismo, tales como el esqueleto o las conchas, tienen una mayor cantidad de minerales en su composición, lo que facilita la formación de fósiles. Por el contrario, en el caso de los órganos internos, suelen descomponerse por la acción de las bacterias antes de que dé tiempo a que se forme el fósil.
Para que se dé la formación de un fósil, es necesario que se den una serie de condiciones que eviten la descomposición de los elementos duros del organismo, ya que lo habitual es que por factores físicos externos, disolución o descomposición no queden restos.
El proceso más común en la formación de un fósil es la permineralización
Uno de los procesos mediante el cual se forman los fósiles se denomina carbonización, y suele ocurrir con las hojas de las plantas y algunas partes del cuerpo de los peces, reptiles o también invertebrados marinos. Lo que ocurre es que cuando el organismo muere y se va descomponiendo, y lo único que permanece es el carbono que deja una huella, una impresión de carbono en las rocas sedimentarias, con la información detallada del organismo.
Fuente: Pixabay
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El proceso más común de fosilización es el que se conoce como permineralización o petrificación, y este ocurre una vez que han desaparecido los tejidos blandos de un organismo y se ha producido la sedimentación del mismo. La tierra y el fango entierran los restos del organismo, factor que contribuye a evitar la descomposición.