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Se entiende por variación lingüística el uso de la lengua condicionado por factores de tipo geográfico, sociocultural, contextual o histórico. La forma como los hablantes emplean una lengua no es uniforme, sino que varía según sus circunstancias personales, el tiempo y el tipo de comunicación en que están implicados. En función del factor que determina el distinto empleo de una misma lengua,
Con el nacimiento de la sociolingüística en los años 50 y 60 del siglo XX se destaca la importancia de la variación lingüística, si bien la dialectología o geografía lingüística ya había abordado en el siglo XIX el estudio de los dialectos o variedades diatópicas. En el caso del español, por ejemplo, son numerosos los trabajos que muestran la variedad dialectal dentro la unidad lingüística y cultural que caracteriza el español de ambos lados del Atlántico. También son tradicionales los trabajos filológicos sobre historia de la lengua que describen la variación que ha experimentado un idioma a lo largo de los siglos. Por su parte, los estudios en análisis del discurso destacan la proyección de la situación en la forma que adquiere un texto: su objeto de estudio es precisamente el uso lingüístico determinado por las variables contextuales.
De todos modos, los estudios que interrelacionan los distintos tipos de variedades se desarrollan en el marco de la sociolingüística. La investigación empírica en este campo ha dado lugar al denominado variacionismo o sociolingüística cuantitativa urbana (Labov), rama que estudia la variación lingüística asociada a factores sociales que se dan en un hablante o en una comunidad de hablantes. En el análisis variacionista se parte del concepto de variable lingüística como unidad de análisis. Una variable lingüística es una unidad de la lengua (fónica, léxica, gramatical, discursiva) en cuya realización difieren los hablantes según variables sociales del tipo edad, sexo, nivel sociocultural, lugar de origen o grado de instrucción. Por otro lado, en la moderna sociolingüística se produce un cierto cambio en la percepción y la explicación de la variación diatópica: de concebir la lengua como un sistema propio de una determinada área geográfica, del que se derivarían los usos de las otras áreas, se habría pasado a la conciencia de la variación diatópica, que implica concebir todos las realizaciones lingüísticas como dialectos o variedades geográficas de una misma lengua.
En cuanto a los tipos de variación, se distinguen, por un lado, las variaciones determinadas por las características personales de quien emplea la lengua y, por otro lado, las variaciones condicionadas por factores del contexto:
La variación lingüística relacionada con el usuario tiene que ver con la interrelación entre variedad lingüística y características del hablante:
según su origen geográfico, se distingue entre dialectos o variedades diatópicas
según su formación cultural, se establecen distintos niveles de lengua o variedades diastráticas;
según su edad o profesión, se distingue entre jergas o lenguas especiales.
La variación lingüística determinada por el contexto de uso caracteriza los distintos registros de lengua, también llamados variedades funcionales o diafásicas.
Los estudios de sociolingüística han puesto de relieve la interpretación diversa que un mismo fenómeno lingüístico puede tener en distintas comunidades de habla: fenómenos que pueden considerarse variantes diastráticas en una determinada comunidad en otras se consideran variantes dialectales. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los fenómenos del dequeísmo y queísmo (adición o supresión de la preposición de ante la conjunción que); frente a las descripciones de corte normativo, que caracterizan estos fenómenos como propios de un nivel de lengua poco culto, desde una perspectiva sociolingüística son analizados como un capítulo importante de la variación sintáctica: junto al español peninsular estándar de hoy, se distinguen dialectos queístas y dequeístas (muchos de ellos del español de América). Por otro lado, el contacto de lenguas en las comunidades bilingües ha puesto de relieve la dificultad de determinar el factor que condiciona el uso de determinadas variedades lingüísticas. Se ha observado que determinados fenómenos no pueden ser analizados en función de los factores individuales de los usuarios (su lengua materna) sino que también vienen determinados por factores contextuales: por ejemplo, el uso en español del artículo determinado ante un nombre propio utilizado por un hablante catalán en ocasiones no puede atribuirse a su origen geográfico sino que se han de tener en cuenta también las condiciones pragmáticas de producción de su enunciado (canal, intención comunicativa).