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Anibal no era malo, pero siempre estaba metido en problemas. Siempre apostaba y hacia trampas , ademas decía mentiras y engañaba , por eso la gente del pueblo no lo quería, y por mas tarde que fuese nunca nadie le daba posada, ni por unas pocas horas.
Uno de esos días, terminó sus juegos pasada las doce de la noche y emprendió el camino de regreso a su choza, la misma que se encontraba un tanto alejada del pueblo.
Estaba tan contento con las ganancias de sus apuestas y sus trampas que mientras saltaba por el campo atrapó varias luciérnagas y las puso en una botella , así improvisó una lampara , pues era una noche mas oscura que ninguna otra .
Mientas Aníbal caminaba por los chaquiñanes escuchó el llanto de un bebé, al inicio suave y bajito, pero poco a poco se hizo más fuerte.
Aníbal, desesperado, bajo por la quebrada buscando al bebe para ayudarlo. Finalmente lo hallo envuelto en un poncho negro y sucio, lo abrazo y empezó a subir hasta el camino, pensaba en como hay gente mala que abandona a los pequeños así, sin más ni más, mientras sujetaba al bebe con ternura algo extraño ocurrió en ese momento, el poncho negro empezó a brillar en la noche oscura y además, las manos de Aníbal empezaron a quemarle tanto que tuvo que soltar al pequeño.
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De pronto una voz ronca y áspera salió del poncho y él le dijo a Aníbal: “Papi , tengo dentes y te voy a comes ”.
Aníbal desesperado abrió el poncho, alzo al niño y fue allí cuando vio que en realidad era un bebe, pero también comprobó que era el demonio Huiña Guilli, pues tenía colmillo, garras, pelos en su cuerpo , y hablaba como un adulto .
Imagen relacionada Aníbal soltó al Huiña Guilli y corrió sin parar hasta llegar a su choza, allí, de rodillas pidió perdón a Dios por sus faltas y prometió que si lo salvaba sería un hombre ejemplar, Aníbal sabía que cuando el Huiña Guilli aparecía era para llevarse al infierno a los hombres pecadores y malvados.
Desde entonces Aníbal cambio su vida y siempre fue un hombre amable , honesto y muy apreciado por toda la gente del pueblo , además bajo ninguna razón salía fuera de su casa pasada las seis de la tarde , y aconsejaba a todos los borrachitos y apostadores que el Huiña Guilli andaba siempre atento acechando en los chaquiñanes .
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