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En otra parte de la Ilíada de Homero, Afrodita salva a París cuando está a punto de ser asesinado en un combate único por Menelao. La diosa lo envuelve en una niebla y lo aleja, dejándolo en su propio dormitorio en Troya. Luego, a Helen le aparece el disfraz de una anciana y le dice que Paris la está esperando.
Helen reconoce a la diosa disfrazada y le pregunta si la están llevando a la ruina una vez más. Porque Afrodita la había embrujado para que dejara a su marido Menelao y huir con París. Ella se atreve a sugerir que Afrodita vaya a París.
De repente, furiosa, la diosa le advierte a Helen que no vaya demasiado lejos, para que no sea abandonada al odio de los griegos y los troyanos. "Te odiaré", dice la diosa mercurial, "tanto como te amo ahora".