Respuestas
Son muchos los textos del Antiguo Testamento, en que los escrituristas
y los grandes santos han visto la presencia de María. Hay textos en los
que aparece como anunciada o en figura nuestra Madre María.
Ella es prefigurada por Judit, que corta la cabeza de Holofernes, jefe
del ejército de los enemigos del pueblo de Dios, al igual que María
pisa la cabeza de Satanás.
Igualmente, Ester prefigura a María, porque siendo reina, obtiene que
su pueblo no sea exterminado; al igual que María, reina del universo,
con su intercesión, consigue que el pueblo de Dios no sea destruido sino
salvado.
También el arca de la alianza es figura de María, porque el arca
contenía la presencia de Dios y ¿qué mejor arca que María, que llevó en su
seno al Hijo de Dios?
María también es prefigurada por aquella nube del profeta Elías. Una
nube como la palma de un hombre, que sube del mar... Poco a poco, se fue
oscureciendo el cielo por las nubes y el viento, y se produjo una gran
lluvia (1 Reg 18, 44-45). María es como esa nube pequeñita,
aparentemente insignificante, pero que produce una gran lluvia de bendiciones
sobre toda la tierra. Y es dulce y tierna con sus hijos como aquella brisa
suave, que acarició a Elías (1 Reg 19, 12).
Otra figura de María es la escala de Jacob por donde subían y bajaban
los ángeles de Dios (Gén 28,12). Porque ella es el camino más corto y
fácil para llegar a Jesús y, por tanto, al cielo.
Veamos ahora algunos textos, que los santos interpretan referidos a
María:
- Pondré enemistad entre ti y la mujer. Ella te aplastará la cabeza
(Gén 3, 15). Así lo traduce san Jerónimo, inspirado por Dios, en la
traducción latina Vulgata, la traducción oficial de la Iglesia durante
siglos. María aplasta la cabeza de la serpiente infernal, porque contra Ella
no puede nada, ya que es purísima e inmaculada, sin el más mínimo
pecado.
- ¿Quién es esta que sube del desierto, apoyada en su amado? (Cantar 8,
5). Este texto lo refieren a su Asunción a los cielos, pues María sube
de esta tierra de desierto, apoyada en su amado Jesús.
María es hermosa como la luna, resplandeciente como el sol (Cant 6,
10). Y a ella le dice Dios: Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía,
inmaculada mía (Cant 5, 2). Ella es terrible como un ejército formado en
batalla (Cant 6, 4). Es terrible contra Satanás, pues le aplasta la
cabeza. Hay un texto en el que María aparece terrible contra el maligno.
Es en Daniel 2. Allí aparece una estatua grande y de aspecto terrible.
La cabeza era de oro puro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y
caderas de bronce; sus piernas de hierro y sus pies, en parte de
hierro y en parte de barro. Representa esta estatua al rey de las cosas
materiales, a Satanás, que quiere reinar en el mundo. Pero una pequeña
piedra, desprendida, no lanzada por mano humana hirió a la estatua en los
pies de hierro y barro, destrozándola. Creemos que esta piedrecita, se
refiere a María, que siendo tan humilde y pequeña, sin embargo, puede
derrotar el poder de Satanás.
EN EL NUEVO TESTAMENTO
Y, si vamos al Nuevo Testamento, san Lucas nos habla maravillas de
María en los dos primeros capítulos de su Evangelio. Empieza con las
palabras del ángel que rezamos en el avemaría, palabras divinas y
evangélicas, que debemos repetir frecuentemente. El ángel le dice de parte de
Dios: Alégrate (Dios te salve) llena de gracia, el Señor está contigo (Lc
1, 28). María es llena de gracia, totalmente pura y bella; o, como
decimos también, inmaculada por un privilegio especial de Dios, que en
virtud de los méritos de Jesús, la previno de las consecuencias del pecado
original y así fue inmaculada desde el primer momento de su concepción.
Su prima santa Isabel le dice, inspirada por el Espíritu Santo, o mejor
dicho, le dice el Espíritu Santo por boca de su prima: Bendita tú eres
entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Lc 1,
42). Y María, inspirada por Dios, dice: Todas las generaciones me llamarán
bienaventurada (Lc 1, 48).
Por otra parte, Jesús desea que amemos a María y nos la ha dado como
madre al decirnos: Ahí tienes a tu Madre (Jn 19, 27). Son palabras
dirigidas a cada uno de nosotros, como siempre se ha interpretado. De este
modo, María queda constituida por Jesús como Madre de todos y cada uno de
los hombres.
Su poder de intercesión ante Jesús, queda manifestado con toda claridad
en las bodas de Caná, cuando Jesús hace su primer milagro, sólo porque
se lo pide su madre, manifestando así su voluntad de hacerla siempre
feliz y concederle todo lo que pida (Jn 2)
hay en el antiguo y nuevo testamento