Respuestas
En la época incaica se practicaba la 'mita' para el desarrollo de obras públicas, como la construcción de templos, acueductos, fortalezas, caminos, etc., era de estricto cumplimiento para los varones y todos los pueblos, los cuales recibían una justa retribución.1
En la época colonial
La mita incaica fue rescatada por el Virrey Toledo, transformándola en una especie de tributo en trabajo, en el cual los adultos varones casados, cuya edad oscilaba entre los 16 y 50 años, estaban obligados a cumplir con esta labor; los trabajadores eran principalmente destinados a las minas de Potosí. Para facilitar la implementación de la mita, Toledo dispuso la creación de reducciones o pueblos de indios a cargo de un corregidor que se encargaba de designar a las personas que cumplirían con esta obligación.2
En una primera instancia, Toledo había establecido que unos 16 distritos, de Potosí al Cuzco, proveyeran a una séptima parte de los hombres adultos a un año de servicio en las minas, sin trabajar más de una ocasión cada seis años. Esto sumaba un total de 13 500 hombres, que a su vez se dividían en tres grupos de más de 4 000 cada uno, que rotaban y tenían tres semanas de trabajo y otras tres semanas libres, lo que mantenía un abasto constante de fuerza de trabajo pero incluía periodos de descanso.2
Los “mitayos” debían recibir un pequeño salario por parte de los mineros y recibir el alimento por parte de sus comunidades, las cuales debían mantener también a las familias de los mitayos ausentes. De este modo, de un solo brochazo, entre la mitad y dos terceras partes de la fuerza de trabajo minera era provista a los propietarios de minas por la Corona a un costo en extremo bajo, lo que estimuló la producción en grande.2
La mita fue implementada para reducir los costos laborales de la minería de la plata en Potosí. Era un sistema de trabajo obligatorio (sirviente) y continuó, ya dentro del período bajo soberanía española, ayudando a desarrollar internamente una economía de mercado con productos y servicios para España. Cada grupo de indígenas aportaba a la corona un número determinado de trabajadores durante varios meses del año. Estos trabajadores eran movilizados de sus lugares de origen hacia las zonas en las que se les requería para diversas actividades.
La mita establecía cuotas laborales que debía cumplir la población nativa tributaria según asignación que hiciese el corregidor, tanto para el servicio del encomendero como del poseedor de mercedes de tierra o hacendado. Se sorteaba periódicamente a la población indígena de un determinado lugar para trabajar durante un plazo o tiempo determinado al servicio de la clase española mediante el pago de un salario controlado por las autoridades. Los propietarios de encomienda deducían de los jornales la cantidad que las personas comprometidas debían pagar por concepto de tributo y el resto se les daba a ellas. La duración de la mita minera se fijó en diez meses dentro de cada año y no se podía exceder de un tercio permanente de la población tributaria para ser destinada a estas labores.
A cambio de la fuerza de trabajo y de los consiguientes tributos que recibía el encomendero, este tenía la obligación de catequizar en la religión católica a las personas que le habían sido encomendadas. El servicio forzado ejercía una inmensa presión sobre la población, causando mucho daño y cientos de miles de víctimas mortales, sobre todo entre los trabajadores en las minas, como la de Potosí. Esto obligó a la corona española a llevar esclavos negros al virreinato para ser esclavizados de la misma manera.