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Muchos de nosotros damos por hecho nuestro sentido del gusto. Sin embargo, los trastornos del gusto pueden tener un efecto negativo sobre la salud y la calidad de vida.
El sentido del gusto comienza con unas pequeñas moléculas que se liberan al masticar, beber o digerir los alimentos. Las moléculas estimulan unas células sensoriales especiales llamadas células gustativas. Las células gustativas se encuentran agrupadas dentro de las papilas gustativas de la lengua, el techo de la boca y a lo largo del revestimiento de la garganta. Muchos de los pequeños bultos al tope de la lengua contienen papilas gustativas. Al nacer, tenemos alrededor de 10,000 papilas gustativas y, después de los 50 años, se puede comenzar a perderlas.
Cuando se estimulan, las células gustativas envían mensajes al cerebro a través de tres nervios especializados del gusto. Allí, se identifican los gustos específicos. Las células gustativas tienen receptores que responden al menos a una de las cinco cualidades básicas del gusto.
La mayoría de las personas que piensan que tienen un trastorno del gusto en realidad tienen un problema con el olfato. Cuando usted mastica la comida, ésta suelta aromas que activan el sentido del olfato por medio de un canal especial que conecta el techo de la garganta con la nariz. Si este canal está bloqueado como, por ej, cuando su nariz está congestionada por un resfriado o la gripe, los olores no pueden llegar a las células sensoriales en la nariz que son estimuladas por los olores.
Como resultado, disfrutamos mucho menos del sabor de la comida. Cuando no podemos oler, los alimentos tienden a parecernos desabridos y con poco o ningún sabor.