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En el mensaje que el Papa Benedicto XVI dirigió el domingo de la Santísima Trinidad, mencionaba que esta fiesta resume la revelación de Dios que tuvo lugar en los misterios pascuales: muerte y resurrección de Cristo, su ascensión a la derecha del Padre y la efusión del Espíritu Santo.
El fin del hombre es conocer y amar a Dios. De ahí que todo lo que concierna a Dios nos ayudará a amarlo más. Este misterio nos descubre el mismo ser de Dios. Por eso el Catecismo de la Iglesia Católica nos afirma que el “misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de las verdades de fe” (n.264).