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LA ESTRELLA DE SOFÍA
A Sofía siempre le ha gustado la hora de ir a dormir, porque desde su ventana se pueden ver todas las estrellas que iluminan el oscuro cielo.
– Venga, Sofía, ya es hora de meterte en la cama – dijo su mamá que esperaba para arroparla.
Sofía se metió de un salto en la cama, se tumbó y se acurrucó junto a su osito preferido.
– Mamá, de mayor quiero ser astronauta para poder viajar hasta el cielo en un gran cohete espacial. Y cuando esté allí elegiré la estrella más brillante y me la quedaré solo para mí.
– ¿Y qué vas a hacer tú con una estrella?
– Pintaré las paredes y decoraré los árboles y… así, todo brillará.
– Buenas noches astronauta Sofía. Que sueñes con las estrellas. – dijo mamá mientras apagaba la luz.
Sofía se quedó dormida en seguida, pero algo la despertó. Se levantó de su cama y… ¡no podía creer lo que estaba viendo!
En la ventana le esperaba un cohete y un traje espacial.
Sin dudarlo, Sofía se puso la ropa especial para viajar al espacio y subió al cohete.
– Abróchense los cinturones. Despegamos en 3, 2, 1, 0…Sss ¡Pum!
Y el cohete despegó con destino al cielo estrellado.
Sofía era una gran astronauta y en seguida aprendió a manejar los mandos del cohete.
Voló y voló hasta llegar a las estrellas.
– ¡Cómo brillan! – dijo Sofía.
La luz era tan intensa que tuvo que ponerse gafas de sol.
A lo lejos pudo ver un planeta que brillaba mucho más que Júpiter o Venus.
– Ese debe ser el planeta del que vienen las estrellas – se dijo la niña.
Cogió los mandos del cohete y descendió hasta él.
En el Planeta Brillante todas las estrellas iban y venían muy atareadas y había algunas que se ocupaban de organizar a todas las demás.
– Las estrellas de brillo dorado tienen que ir a la parte derecha del cielo y las estrellas plateadas deberán quedarse cerca de la luna para ayudarla a dar algo más de luz. – decían las organizadoras.
Entonces, Sofía bajó de su cohete y se acercó a una de las estrellas que estaban organizando. – seguro que ellas me sabrán indicar dónde puedo encontrar a la estrella más brillante de todas.
cuentos sobre astronautas para niños
– Hola, soy Sofía y he venido de la Tierra para buscar la estrella más brillante de todas.
La estrella se giró y casi se cae del susto, al ver a una niña en su Planeta Brillante. Cuando al fin se recuperó dijo:
– ¿Y para qué quieres una estrella?
– Pues vera usted. Quiero llevarme la estrella más brillante del cielo para poder pintar las paredes y los árboles y así todo brillará en mi planeta, la Tierra.
– ¿Pero cómo vas a llevarte una estrella? Eso es imposible. ¿No podrías encender una linterna o poner luces de Navidad para que brille tu planeta?
Sofía miró a la estrella extrañada… y después se explicó un poco mejor, por si no la había entendido bien.
– Bueno, las luces de Navidad no pueden estar todo el año encendidas y las linternas necesitan muchas pilas. Además, lo que yo quiero es brillo y purpurina.
La estrella se puso sus gafas para ver bien y sacó unos papeles que llevaba guardados en un maletín morado.
– La ley del Espacio prohíbe que las estrellas salgan del Planeta Brillante, salvo para iluminar el cielo. Pero si quieres puedes quedarte tú a vivir aquí.
– ¿Cómo voy a quedarme yo aquí? Tengo que volver a mi casa, con mi mamá. – dijo Sofía.
– Haremos una cosa, abre tu mano.
Sofía abrió su mano y la estrella le dio un pequeño saco.
– Sí, eso será suficiente. Ya puedes marcharte Sofía, date prisa que pronto se hará de día.
Sofía montó en su cohete rumbo a la ventana de su casa, algo triste por no haber podido llevarse una estrella.
Entonces, abrió el saco y cual fue su sorpresa al ver que le habían regalado polvo de estrellas.
Desde entonces, cada noche, Sofía abre su saco para pintar con polvo de estrellas las cosas bonitas que hay en el planeta Tierra.
A Sofía siempre le ha gustado la hora de ir a dormir, porque desde su ventana se pueden ver todas las estrellas que iluminan el oscuro cielo.
– Venga, Sofía, ya es hora de meterte en la cama – dijo su mamá que esperaba para arroparla.
Sofía se metió de un salto en la cama, se tumbó y se acurrucó junto a su osito preferido.
– Mamá, de mayor quiero ser astronauta para poder viajar hasta el cielo en un gran cohete espacial. Y cuando esté allí elegiré la estrella más brillante y me la quedaré solo para mí.
– ¿Y qué vas a hacer tú con una estrella?
– Pintaré las paredes y decoraré los árboles y… así, todo brillará.
– Buenas noches astronauta Sofía. Que sueñes con las estrellas. – dijo mamá mientras apagaba la luz.
Sofía se quedó dormida en seguida, pero algo la despertó. Se levantó de su cama y… ¡no podía creer lo que estaba viendo!
En la ventana le esperaba un cohete y un traje espacial.
Sin dudarlo, Sofía se puso la ropa especial para viajar al espacio y subió al cohete.
– Abróchense los cinturones. Despegamos en 3, 2, 1, 0…Sss ¡Pum!
Y el cohete despegó con destino al cielo estrellado.
Sofía era una gran astronauta y en seguida aprendió a manejar los mandos del cohete.
Voló y voló hasta llegar a las estrellas.
– ¡Cómo brillan! – dijo Sofía.
La luz era tan intensa que tuvo que ponerse gafas de sol.
A lo lejos pudo ver un planeta que brillaba mucho más que Júpiter o Venus.
– Ese debe ser el planeta del que vienen las estrellas – se dijo la niña.
Cogió los mandos del cohete y descendió hasta él.
En el Planeta Brillante todas las estrellas iban y venían muy atareadas y había algunas que se ocupaban de organizar a todas las demás.
– Las estrellas de brillo dorado tienen que ir a la parte derecha del cielo y las estrellas plateadas deberán quedarse cerca de la luna para ayudarla a dar algo más de luz. – decían las organizadoras.
Entonces, Sofía bajó de su cohete y se acercó a una de las estrellas que estaban organizando. – seguro que ellas me sabrán indicar dónde puedo encontrar a la estrella más brillante de todas.
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– Hola, soy Sofía y he venido de la Tierra para buscar la estrella más brillante de todas.
La estrella se giró y casi se cae del susto, al ver a una niña en su Planeta Brillante. Cuando al fin se recuperó dijo:
– ¿Y para qué quieres una estrella?
– Pues vera usted. Quiero llevarme la estrella más brillante del cielo para poder pintar las paredes y los árboles y así todo brillará en mi planeta, la Tierra.
– ¿Pero cómo vas a llevarte una estrella? Eso es imposible. ¿No podrías encender una linterna o poner luces de Navidad para que brille tu planeta?
Sofía miró a la estrella extrañada… y después se explicó un poco mejor, por si no la había entendido bien.
– Bueno, las luces de Navidad no pueden estar todo el año encendidas y las linternas necesitan muchas pilas. Además, lo que yo quiero es brillo y purpurina.
La estrella se puso sus gafas para ver bien y sacó unos papeles que llevaba guardados en un maletín morado.
– La ley del Espacio prohíbe que las estrellas salgan del Planeta Brillante, salvo para iluminar el cielo. Pero si quieres puedes quedarte tú a vivir aquí.
– ¿Cómo voy a quedarme yo aquí? Tengo que volver a mi casa, con mi mamá. – dijo Sofía.
– Haremos una cosa, abre tu mano.
Sofía abrió su mano y la estrella le dio un pequeño saco.
– Sí, eso será suficiente. Ya puedes marcharte Sofía, date prisa que pronto se hará de día.
Sofía montó en su cohete rumbo a la ventana de su casa, algo triste por no haber podido llevarse una estrella.
Entonces, abrió el saco y cual fue su sorpresa al ver que le habían regalado polvo de estrellas.
Desde entonces, cada noche, Sofía abre su saco para pintar con polvo de estrellas las cosas bonitas que hay en el planeta Tierra.
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