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Hace ya un cierto tiempo que sabemos que existe una conexión entre nuestro sistema nervioso y nuestro sistema inmunitario. Desde el descubrimiento de la acción antiinflamatoria de algunas hormonas, cada vez ha habido mayores avances en el terreno de la psiconeuroinmunología. Entre ellos, algunos estudios han revelado la presencia de terminaciones nerviosas cerca de células inmunitarias, como linfocitos T o B, en órganos del sistema inmunológico, como el timo, los ganglios linfáticos o el bazo. Estas conexiones permitirían transmitir información entre el sistema nervioso y las células T, por ejemplo, que secretarían a su vez señales para activar otras células de la inmunidad, como macrófagos y otros linfocitos. Éstos podrían producir después ciertas citoquinas, regulando así la respuesta inmunitaria.