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MADRID- Bruselas lo tiene claro. España tiene que cuadrar progresivamente sus cuentas públicas de aquí a 2013 y el déficit máximo que marca la Comisión Europea es del del 3% del PIB para los países de la moneda única. Para el presente ejercicio, la brecha no podrá superar el 6%, pero el resultado de la gestión del capital público por parte del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en los últimos siete años lo va a poner difícil. Bastan dos cifras para explicar la herencia socialista. Si en 2004 la diferencia entre ingresos y gastos era de 2.862 millones de euros, en 2010 se multiplicó por 35 (un 3.400% más) y superó los 100.000 millones –el 9,3% del PIB–.
En los próximos dos años, el futuro gobierno de Mariano Rajoy tendrá que realizar un necesario ajuste de gasto público para ir adaptándolo a un escenario de ingresos menguantes como consecuencia de la crisis económica. No obstante, hay líneas rojas que el futuro ejecutivo del PP no está dispuesto a rebasar bajo ninguna circunstancia.
En la pasada campaña electoral, por ejemplo, Rajoy aseguró que su ejecutivo no mermará todavía más el ya malparado por la crisis Estado del Bienestar. Es decir, que no recortará las pensiones ni el gasto en Sanidad y Educación para equilibrar las cuentas públicas.