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ABOLICIÓN DEL FEUDALISMO
En agosto de 1789, la Asamblea Nacional abolió el feudalismo, eliminando los derechos señoriales del Segundo Estado (los nobles) y las prebendas que recibía el Primer Estado (el clero). En cuestión de horas, los nobles, el clero, las provincias, ciudades, pueblos y compañías perdieron sus privilegios.
El curso de los acontecimientos estaba ya marcado, si bien llevó cuatro años la implantación del nuevo proceso que cambió todo el curso de la historia.
La Revolución originó un masivo traspaso de poder de la Iglesia al Estado. En 1790 se eliminó la autoridad de la Iglesia para imponer impuestos sobre las cosechas, se eliminaron también los privilegios del clero y se confiscaron los bienes de la Iglesia. Bajo el antiguo régimen la Iglesia era el mayor terrateniente del país. Más tarde se promulgó legislación que convertía al clero en empleados del Estado. Éstos fueron unos años de dura represión para el clero, siendo comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia. El Concordato de 1801 entre la Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron normas de convivencia que se mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905 cuando la Tercera República sentenció la separación definitiva entre la Iglesia y el Estado.
Más tarde la Asamblea Nacional Constituyente redactará una Constitución.
CAMINO A LA CONSTITUCIÓN
La Asamblea Nacional Constituyente no era sólo un órgano legislativo sino la encargada de redactar una nueva Constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una asamblea bicameral en donde el senado sería escogido por la Corona entre los miembros propuestos por el pueblo. Los nobles, por su parte, favorecían un senado compuesto por miembros de la nobleza elegidos por los propios nobles. Prevaleció, sin embargo, la tesis liberal de que la Asamblea tendría una sola cámara, quedando el rey sólo con el poder de veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero no su total eliminación.
El movimiento de los monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo de París, el cual marchó el 5 de octubre de 1789 a Versalles. Tras varios incidentes, el rey y su familia se vieron obligados a abandonar Versalles y se trasladaron a Las Tullerías en París.