Respuestas
El desarrollo sensorial en las personas va de la mano con el aprendizaje, incluso, desde antes de nacer. Investigaciones han comprobado que determinada música y la voz del padre o la madre provocan reacciones en un bebé en gestación, logrando reconocerlos.
Los sonidos, olores, colores y tacto permiten al niño o niña aprehender el mundo y construir significaciones de él, por esto es relevante generar espacios que permitan la exploración, curiosidad y experimentación. Una estimulación sensorial a temprana edad facilita, por medio de la propia experiencia, un mejor aprendizaje.
“Más exitoso y eficiente es este aprendizaje vía sensorial, si en ese proceso se encuentran involucradas las figuras significativas para los niños, quienes ayudan a dar las apreciaciones de ese mundo que van conociendo”, explica la psicopedagoga, Lorena Chateaneuf, quien junto a la terapeuta ocupacional Romina Fernández conforman un equipo itinerante multidisciplinario que trabaja en jardines infantiles de Fundación Integra.
Específicamente, en el marco de un convenio con el Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis), este equipo de profesionales trabaja en cinco jardines infantiles de Fundación Integra, apoyando a los equipos educativos para la detección temprana de dificultades asociadas al rezago, creando estrategias de intervención, potenciando sus habilidades e incorporando trabajo con las familias de los párvulos, desde un enfoque de educación inclusiva.
En la educación parvularia, reconocer la importancia de la estimulación sensorial temprana es fundamental para definir y llevar a cabo metodologías y estrategias para la primera infancia. Fundación Integra la aborda dentro de su gestión pedagógica, principalmente, a través de experiencias lúdicas que consideran los recursos que se encuentran a disposición, abriendo espacios exploratorios que favorecen la construcción de aprendizajes, donde los niños y niñas son protagonistas, fortaleciendo sus habilidades y capacidades.
Los espacios lúdicos, tanto espontáneos como dirigidos, son esenciales para el desarrollo sensorial de los niños y niñas; sin embargo, el contexto sociocultural actual ha reducido estos espacios en lo cotidiano de la vida familiar. Algunas de las principales causas son la “falta de tiempo” y cansancio, como consecuencias de las exigencias laborales y el acceso masivo al uso de tecnologías.
“Y por qué no mencionar que hemos ido abandonando nuestro niño interior. Nos hemos olvidado que cuando éramos niños nos entreteníamos jugando con la tierra, la nieve, subíamos árboles y el parque era un lugar de encuentro y alegría”, comenta Fernández, revelando que la reducción de espacios de comunicación y actividad motora ha derivado en altos índices de rezago, especialmente, en las áreas de lenguaje y psicomotor.
“Recordemos que en nuestra infancia nos encantaba jugar y era todo un desafío para nuestros padres lograr que entremos a la casa para tomar once. El peor castigo era que no nos dejaran salir a jugar. Ahora vemos que nuestros hijos e hijas prefieren mirar televisión, jugar en el computador o con las consolas de video antes que salir a explorar aquel mundo que fue tan llamativo para nosotros”, expresan las profesionales.