Respuestas
LOS sindicatos, como muchas otras instituciones en nuestro país y en otros países
desarrollados, están en un momento crítico. Muchos trabajadores piensan que no
defienden sus intereses laborales o bien que están tan implicados con el sistema que
sólo piensan en el núcleo de trabajadores seguros o de las grandes empresas, que
son aquellos ámbitos o colectivos en los que su acción puede ser eficaz. Probablemente
este punto de vista no corresponde a la verdad, pero existe, y cabe preguntarse
por qué sucede esto y qué pueden hacer los sindicatos para volver a conseguir la
confianza de la mayoría de los trabajadores. Porque, en efecto, la capacidad que
tiene una organización o institución social de conseguir sus objetivos, de ser eficaz,
no depende sólo de su posición relativa a otras fuerzas, sino también del grado de
confianza activa, que quiere decir participativa, que merezca de los suyos. Por tanto,
estas reflexiones van a tener la confianza como uno de sus ejes centrales.
Desde mi punto de vista, hay dos factores que contribuyen de manera principal
a producir la opinión pública que he señalado. El primero es la debilidad objetiva de
los sindicatos, derivada de que su presencia en la empresa pequeña —la mayoritaria,
no lo olvidemos— es poco relevante, lo que lleva a que los acuerdos de negociación
o los pactos, o hasta las propias normas laborales no se cumplan adecuadamente,
porque no hay nadie que vigile por su cumplimiento dentro de este tipo
de empresas. Ello lleva a que los ciudadanos asocien ese no cumplimiento con desi -
dia o connivencia sindical, cuando sencillamente es debilidad. El segundo es la falta
de transparencia o de comunicación y debate que ponga de manifiesto lo que los
sindicatos pueden y lo que no pueden hacer en relación con el empleo y otras cuestiones
sociales, y cómo pueden avanzar enfrentándose a las debilidades. Podríamos
considerarlo también efecto de una democracia imperfecta, puesto que si el debate
sobre lo que hacen y dejan de hacer los sindicatos estuviese al alcance de una mayoría,
ciertas cosas se comprenderían más y para otras se abriría un camino de solución
consistente en una afiliación más numerosa y más activa.
Quiero referirme a este segundo factor para señalar que es ahí donde se abre
la pequeña brecha de lo que muchos llaman la democracia participativa, consistente