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La CONAGO (Conferencia Nacional de Gobernadores) se constituyó en el año 2002, aglutinando a todos los gobernadores del país, y no es casualidad que haya sido ante un presidente dubitativo, extraviado y torpe, como lo fue Vicente Fox, al que, un año después, en el 2003, le hayan estos impuesto, a cambio del mínimo apoyo de sus diputados en el congreso, una ley de coordinación fiscal hecha a modo, para descentralizar multimillonarios recursos como por ejemplo el manejo de las nóminas correspondientes a la educación básica, y ni más ni menos, que el otorgamiento de buena parte de los ingresos extraordinarios por concepto de excedentes petroleros, así fue como se fue al hoyo de la corrupción de los estados la mayor bonanza petrolera en nuestra historia, mucho más importante que la de los tiempos del presidente López Portillo. De esa ley, del 2003, son hijos, en parte, los ahora tristemente famosos sátrapas ex-gobernadores, que con algunos matices se puede afirmar que existe uno (o más) por cada entidad federativa.
En la presente administración federal se han hecho esfuerzos centralistas ya plasmados en la Constitución, que aunque tardíos, son de no poca utilidad, como la legislación en materia de deuda pública, que, entre otras cosas, impide el endeudamiento indiscriminado de los estados, que no podrán solicitar empréstitos a la banca comercial tan fácil como antes, y sin el aval de la Secretaría de Hacienda, o el manejo, de regreso, de los recursos destinados al pago de personal en educación básica.
La finalidad que en teoría se perseguía con la descentralización en favor de los gobernadores pronto de desvirtuó hasta niveles ignominiosos, ya que pasaron de un control presidencial metaconstitucional dentro del anterior sistema PRI/Gobierno, que iba desde el recurrir a expedientes como la remoción del gobernador en cuestión a la desaparición de poderes y hasta las famosas "concertacesiones" en el sexenio de Salinas de Gortari, a una realidad en la que simplemente lo plasmado en las leyes era (o es) solo letra muerta, como la división de poderes y el contrapeso que en teoría debería representar, al cooptarse fácilmente y alinearse a los mandatarios corruptos, lo mismo que buena parte de los medios de comunicación; el poder corruptor de los gobernadores mexicanos sigue siendo descomunal, y las medidas para atenuar el fenómeno no son aún suficientes, teniendo en cuenta del tremendo precedente que sentaron las administraciones federales panistas (2000-2012), al no perseguir ni procesar a ninguno de estos personajes, cosa que no sucede en al actual, en la que no menos de media docena de ex-gobernadores están tras las rejas o ya con órdenes de aprehensión giradas.
La otra fecha que explica nuestra actual trágica realidad nacional fue la decisión del presidente Calderón en enero del 2007 de golpear a los carteles del narcotráfico sin ningún diagnóstico y por ende estrategia alguna, Felipe Calderón pretendió congraciarse con los electores y legitimarse ante una elección (2006) donde el común denominador fueron las irregularidades y las dudas, por decir lo menos, convirtiendo, inmediatamente después de eso a México en un enorme panteón clandestino, con territorios sumidos en el total horror y anarquía, con características de crisis humanitaria, y cifras escandalosas de muertos, desaparecidos, "levantados", huérfanos y familias desplazadas, etc.
El drama que hoy vive México tiene explicaciones, y estas están en el origen de los problemas que se padecen; la transición plena a la democracia se ha quedado hasta ahora en un intento fallido, esto debido a una errónea gestión de los primeros años de la alternancia.