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MORELIA, 30 de octubre.- La región purépecha que rodea el Lago de Pátzcuaro, Michoacán, se llena de misticismo cuando llega la celebración por Día de Muertos, pero lo mejor se realiza la noche del 1 de noviembre, cuando los pobladores de los pueblos esperan la llegada de sus seres queridos.
Desde días antes los lugareños se preparan para recibir a miles de visitantes locales y extranjeros que se dan cita únicamente para conocer la forma de los michoacanos para festejar a la muerte.
A temprana hora del 1 de noviembre, los indígenas en sus hogares empiezan a preparar los alimentos que en vida le gustaban al difunto, es cosa de familia, todos participan con algún proceso de esta celebración.
Ya entrada la mañana de ese día los purépechas llegan a los camposantos cargados con todo lo que utilizarán en el arreglo de las tumbas. El panteón más visitado se ubica en Tzurumútaro, población de Pátzcuaro. Las tumbas centenarias reciben la visita de quienes se encargarán de dejar todo limpio y por supuesto, adornado con la tradicional flor de cempasúchil y nube.
Pero el arreglo de las lápidas no es común y corriente, se coloca un arco o puerta por la cual regresarán a festejar los muertos con los que aún están en esta vida, se colocan velas que iluminarán su camino, y claro, la comida más típica y del gusto de los fieles difuntos, las bebidas como el mezcal tampoco falta.
Este colorido, constituye la forma de respetar las tradiciones de como se celebra a la muerte, es lo que más atrae a los miles de visitantes, cuyo único objetivo es venir a Pátzcuaro este 1 y 2 de noviembre.
Ya por la noche del esperado 1 de noviembre, con todo ya listo para recibir al invitado principal, el difunto, se vela en compañía de quienes lo quisieron en vida, se plática con él, se comen los platillos preparados y se reza por su eterno descanso.
Sin importar el frío, se quedan toda la noche en el panteón, al medio día del 2 de noviembre se retiran, en la espera de un nuevo año para convivir con las almas de los que ya pasaron a mejor vida.
Mientras que en las islas que rodean al Lago de Pátzcuaro como Yunuén, Janitzio, Urandén y La Pacanda, hacen similares rituales, pero por la noche, las aguas del lago se iluminan con la tradicional danza de los pescadores quienes así recuerdan a los que se adelantaron en el camino.