Que aportes de la ciencia han ayudado a cambiar las ideas sobre el sistema nervioso y su relacion con el comportamiento humano
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En primer lugar, ellas buscan la confrontación entre la teoría y la realidad empírica. Las ciencias humanas no se limitan a la mera especulación; por el contrario, intentan ir más allá; incluso se plantean superar la simple descripción de la conducta humana para alcanzar el nivel explicativo. Como toda ciencia, éstas elaboran hipótesis y teorías para dar cuenta del comportamiento humano. Ello implica suponer, automáticamente, que las interpretaciones que se hacen de los distintos procesos involucrados son provisorias. Este supuesto, que forma parte de todo conocimiento que se define como científico, distingue las interpretaciones sobre la conducta -que aspiran a ser científicas- de la mera opinión que podamos tener sobre este fenómeno; o de la convicción o la fe con la que enfrentan este mismo fenómeno disciplinas como la filosofía o la religión.
En segundo lugar, las ciencias humanas, como cualquier otra ciencia, abstraen aspectos de la realidad para su estudio. Cuando intentamos comprender el conocimiento, como proceso en sí, es fácil darse cuenta de que en el acto de conocer, el ser humano no es capaz de aprehender la realidad como un todo. En el caso de las ciencias humanas, esto no es una excepción. Por el contrario, la complejidad del fenómeno humano es evidente. Por lo tanto, la única forma de aprehender el fenómeno que se desea estudiar es seleccionar los aspectos que al científico social, en este caso, le parecen relevantes. Y este proceso de abstracción es, por naturaleza, selectivo. Lo que a una persona le parece relevante a otras puede no parecérselo. Este rasgo del conocimiento científico pone, y en primer plano en el caso de las disciplinas que estudian la conducta, el problema de la carga subjetiva que conlleva el proceso de conocer. Esto, evidentemente, no es ni bueno, ni malo. Simplemente es. Lo importante es no olvidarle , no marearse con el sueño de la “objetividad”. Es importante precisar que este rasgo no impide confrontar el conocimiento con la realidad. Sólo hace más complejo este proceso de confrontación y, por lo tanto, de validación del conocimiento.