Respuestas
Nuestra boca hecha a andar las cosas al hacer trocitos los
alimentos con los dientes y empezar la digestión de azúcares
con unas sustancias quÌmicas llamadas enzimas. Nuestra
lengua empuja los alimentos a la parte posterior de la boca
dónde son tragados y viajan a través del esófago al estómago.
El esófago no digiere los alimentos, pero tiene el importante
trabajo de empujarlos hacia abajo hasta el estómago, asÌ
como impedir que regresen a la boca.
Una vez en el estómago, más digestión tiene lugar. El
estómago produce ácido que ayuda a matar bacterias y otros
gérmenes que pueden entrar con los alimentos. El estómago
hace una enzima que empieza la digestión de las proteÌnas y
libera una molécula que ayuda con la absorción de la vitamina
B12. Una vez que se llena de alimento, el estómago lo muele y
revuelve para reducirlo a pequeñas partÌculas. Entonces,
empuja estas pequeñas partÌculas a la primera parte del
intestino delgado, llamada duodeno.
El intestino delgado es donde ocurre la mayor parte de la
digestión y absorción de nuestros alimentos. Los bebés recién
nacidos tienen aproximadamente 8 pies (250 cm) de intestino
delgado al nacimiento y esta longitud crece durante la niñez
hasta 12 a 22 pies (360 a 660 cm) en la adultez, dependiendo
del tamaño del adulto. Es necesaria la gran longitud del intestino
delgado para que haya suficiente espacio para que nuestros
alimentos sean reducidos a las moléculas m·s elementales
para que entonces puedan absorberse.
En el intestino delgado, los alimentos son procesados por
diferentes sustancias quÌmicas que est·n diseñadas para
componentes especÌficos de los alimentos. Las proteÌnas,
grasas y azúcares (hidratos de carbono) son digeridos por
enzimas liberadas por el p·ncreas. Un tubo del páncreas se
une al duodeno y todas las enzimas viajan juntas por el duodeno
cuando los alimentos están presentes. Un tubo separado
conecta el hÌgado y la vesÌcula al duodeno. Este tubo permite
que la bilis, hecha por el hÌgado y almacenada en la vesÌcula,
se mezcle con los alimentos en el intestino.
La bilis es esencial para la digestión completa de las grasas y
para la digestión de las vitaminas solubles en grasa: A, D, E, y
K. Una vez que los azúcares que comemos han sido
parcialmente separados por las enzimas del p·ncreas, las
células que recubren el intestino delgado usan sus propias
enzimas para digerir los az˙cares totalmente.
Una vez que se digieren las proteÌnas, grasas e hidratos de
carbono, ocurre la absorción en el intestino delgado. La
mayorÌa de la digestión ocurre en la primera parte del intestino
delgado mientras que la absorción de los nutrientes
descompuestos, agua, vitaminas y minerales ocurre en el resto
del mismo. 80% del agua que ingerimos se absorbe en el
intestino delgado.
Una vez que los nutrientes son absorbidos por el intestino,
pasan al torrente sanguÌneo y son llevados al hÌgado. El
hÌgado tiene el trabajo de procesar todos los nutrientes,
vitaminas, drogas y otras cosas que nosotros ingerimos y
absorbemos diariamente. Convertir· proteÌnas, az˙cares y
grasas en energÌa, la cual, con la ayuda de hormonas
pancre·ticas como la insulina, alimentar· a las células de nuestro
cuerpo.
El hÌgado también elimina con la bilis los subproductos de
drogas y nutrientes que no necesitamos. De hecho, la bilis es
el modo primario por el que el cuerpo elimina el exceso de
colesterol y de metales pesados tales como el cobre.
El intestino grueso, también llamado colon, no es responsable
de la digestión. En cambio, su propósito es completar la
absorción, empezada por el intestino delgado, de agua y
electrólitos (minerales encontrados naturalmente en el cuerpo,
tales como potasio, calcio, sodio y magnesio). Aquellos
componentes de los alimentos que no se necesitan o no se
absorben se excretan del colon con las heces fecales. El color
de las heces fecales viene de la diminuta cantidad de bilis
liberada diariamente por el hÌgado y que no es reabsorbida