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El ejemplo más representativo y emblemático es Herbert Spencer (así como su discípulo William Graham Sumner), cuyo racismo científico lo llevó a defender políticas internacionales antiimperialistas de laissez-faire y un optimismo sobre el progreso teleológico e histórico del desarrollo de las sociedades. Esto acerca a Spencer mucho más a Kant y Smith que a visiones racistas imperialistas (y ello se condice con el propósito del libro de hacer distinciones más matizadas sobre el eurocentrismo que generen paralelos no inmediatamente intuitivos). Se trata pues, de lo que Hobson llama un racismo defensivo que busca mantener la separación entre razas (aunque Spencer sí estaba a favor de la mezcla de razas dentro del conjunto de grupos arios).
La evolución para Spencer se da por la supervivencia del más apto/fuerte en tanto adaptación consciente al medio físico y social (una visión mucho más cercana a Lamarck que a Darwin). El neo-lamarckismo de Spencer supone la interacción compleja entre clima, geografía, vegetación, constitución biológica (emocional, física y emocional), así como los factores sociales de cada tipo de sociedad. Lo que importa de este modelo evolutivo es que el progreso evolutivo es posible vía el aprendizaje (a diferencia de una pura visión darwinista donde lo que es determinante es la mutación aleatoria sin agencia). Esto quiere decir que las razas pueden mejorar vía la selección consciente y la educación. En lo que respecta al proceso histórico, Spencer sí considera (junto a Kant y Smith) que éste es un proceso de desarrollo universal donde todas las sociedades y razas evolucionan unilinealmente desde las sociedades primitivas salvajes y bárbaras hasta la civilización industrial pacífica. Y también comparte con los liberales antiimperialistas la idea de que la agencia oriental es derivada y no condicional, esto es, que Oriente puede desarrollarse endógenamente sin la intervención de Occidente (siguiendo el camino unilineal y natural de desarrollo).
De todo lo anterior se deduce que para que la raza blanca siga manteniendo su vitalidad sea necesario dejar que las leyes del mercado y de la naturaleza seleccionen a los más aptos. Por eso Spencer concibe al Estado de laissez-faire como el estadio evolutivo más avanzado y piensa a la intervención estatal socialista como una medida regresiva que reproduce prácticas primitivas de colectivismo (lo que también se llama “eugenesia negativa”), las cuales impiden que el individualismo civilizado pueda seguir floreciendo (y el colonialismo también involucra una remilitarización de la sociedad, lo que para Spencer es algo profundamente regresivo). Finalmente, Sumner suscribe las visiones de su maestro y enfatiza el rechazo al colonialismo por ser paternalista. El verdadero progreso vital se da vía la competencia y los mecanismos de selección evolutivos, dentro de cada grupo racial (y por eso es que Sumner se oponía al imperialismo de los Estados Unidos, ya que podría prevenir la inmigración no blanca). Y los seres humanos que no resultan aptos, no sobrevivirían y ello contribuirá al progreso de la sociedad en su conjunto.
En síntesis, la crítica al imperialismo desde el racismo defensivo implica para Hobson las siguientes justificaciones:
first, imperialism entails an unacceptable, arrogant paternalist predisposition; second, imperialism undermines non-white and white development, as signalled above; third, imperialism leads to miscegenation and the degeneration of the white race; and fourth, colonialism entails residence in the tropical climate which also leads to white racial degeneration (Hobson 2012: 95).
Por su parte, David Starr Jordan y James Blair también eran racistas antiimperialistas, pero se diferencian de Spencer, Pearson y Sumner por el grado de agencia que daban a las otras razas. En estos últimos, oriente tenía niveles moderadamente altos de agencia, ya que las razas podrían desarrollarse plenamente (Spencer y Sumner), o la raza amarilla se pensaba como un agente depredador (Pearson). En cambio, Blair y Jordan pensaban que la agencia de los no occidentales era extremadamente baja, al punto de que no podrían autodesarrollarse. Finalmente, si la colonización involucra guerra y violencia, ello también perjudica a los blancos que van la guerra y mueren (siendo estos parte de los grupos más aptos de la raza), reduciendo el número de la raza superior (de ahí que una vertiente de este racismo haya llevado a una eugenesia pacifista). De ahí que concluyan que las misiones civilizatorias del imperialismo estuviesen condenadas al fracaso y solamente podrían perjudicar a Occidente. Esta posición es lo que Hobson llama racismo relativista en contraposición al racismo universalista de Spencer y Sumner, donde el criterio ddecisivo es el grado de agencia otorgado a los grupos raciales no blancos.