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Los libros en la Edad Media....Comentábamos el otro día en clase que durante la Edad Media los libros eran un objeto de lujo solo al alcance de muy pocos. Nos imaginamos qué ocurriría si, de repente, nuestra clase se convirtiera en el scriptorium de una abadía medieval que tuviera que copiar a mano nuestro libro de texto, con todos sus colores y dibujos… ¿cuánto tiempo tardaríamos? Ah, se me olvidaba: en la Edad Media no había luz eléctrica, así que tendríamos que aprovechar la luz del sol y, en todo caso, la de las velas. ¡Gracias, Gutenberg, mil gracias!.Los libros eran, pues, como se ha dicho codiciados objetos de lujo que se fabricaban y se custodiaban en los monasterios. No es de extrañar que, con todo el trabajo y el dinero que suponían, se encadenaran a los pupitres para que nadie los robara o que un monje escribiera esta maldición al final de su manuscrito:
“Si alguno se lleva este libro, que lo pague con la muerte, que se fría en una sartén, que lo ataquen la epilepsia y las fiebres; que lo descoyunten en la rueda y lo cuelguen..La forma de los libros
Los libros medievales, conocidos como códices o manuscritos, aparecieron hacia el siglo IV d.C. cuando los libros se convirtieron en objetos de forma rectangular consistentes en varias hojas apiladas y cosidas que se pueden hojear una tras otra (como hoy en día). Antes de este cambio los libros consistían en varias hojas de papiro escritas, pegadas una junto a otra por los bordes hasta formar una tira más o menos larga que se guardaba enrollada. Nuestra palabra “volumen” viene de ahí: en latín volvere significa ‘enrollar’.Los materiales de los libros
Al mismo tiempo, se impone el uso del pergamino, y no ya del papiro, para la confección de las hojas. Los papiros se realizaban con la planta del mismo nombre procedente de Egipto. En esta imagen podéis ver cómo se preparaba una hoja de papiro:.espero te sirvan
Respuesta:Los libros en la Edad Media....Comentábamos el otro día en clase que durante la Edad Media los libros eran un objeto de lujo solo al alcance de muy pocos. Nos imaginamos qué ocurriría si, de repente, nuestra clase se convirtiera en el scriptorium de una abadía medieval que tuviera que copiar a mano nuestro libro de texto, con todos sus colores y dibujos… ¿cuánto tiempo tardaríamos? Ah, se me olvidaba: en la Edad Media no había luz eléctrica, así que tendríamos que aprovechar la luz del sol y, en todo caso, la de las velas. ¡Gracias, Gutenberg, mil gracias!.Los libros eran, pues, como se ha dicho codiciados objetos de lujo que se fabricaban y se custodiaban en los monasterios. No es de extrañar que, con todo el trabajo y el dinero que suponían, se encadenaran a los pupitres para que nadie los robara o que un monje escribiera esta maldición al final de su manuscrito: