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La llamada “previa” -reunión de jóvenes en hogares antes de concurrir a un boliche o fiesta- que realizan los adolescentes durante el fin de semana se ha vuelto un ritual, un fenómeno cultural en el cual no se toma por gusto sino como modificador de la conducta y el humor. Un dato desconocido por muchos jóvenes e incluso sus padres es que el consumo excesivo de alcohol causa daños irreversibles en el cerebro de los adolescentes.
La ingesta de bebidas espirituosas ha cambiado en Argentina tanto cualitativamente como cuantitativamente. En 1966 se consumía 9.5 litros de cerveza por habitante cada año y en el 2003, este índice ascendió notablemente a 36 litros. Otro cambio fue con respecto a la frecuencia y regularidad del consumo: en 1970 el 81% bebía en forma cotidiana y el 19% en forma intermitente, durante el fin de semana, y en el 2004 esta cifra cambió drásticamente dado que el 80% bebe en forma intermitente.
La previa del boliche se ha convertido ya en un ritual infaltable entre los jóvenes. Esta nueva cita consiste en reunirse en algún lugar o en la casa de uno de ellos para consumir alcohol. Esto es lo más común entre chicos de 14 y 17 años. Lo hacen para prepararse y enfrentar la noche que desembocará en el boliche ya "listo" (con mucho alcohol encima) para que sea "más divertida, más larga y llena de sorpresas".
Esta nueva movilidad, que se ve tanto en Río Negro como en Neuquén, cuenta con la increíble complicidad de los padres. Es común que cada fin de semana los chicos, en grupo de no menos de 15, se reúnan en la casa de alguno de ellos, previa autorización de algún mayor, para prepararse y afrontar lo que va ser la noche del boliche.