Respuestas
Qué distingue, pues, al cristiano del judío, del mahometano y del hindú? La fe en Jesús. Con una importante aclaración. Renán confesó a Jesús como el hombre más importante de la historia. Gandhi exigió a sus seguidores conocer la doctrina de Jesús. Es cierto que Jesús fue uno de los hombres más importantes de la historia. Pero de no haber pasado de allí, correría codo a codo con Sócrates, Confucio, Mahoma o el mismo Gandhi. Pero Jesús fue algo más, mucho más que el hombre más importante y perfecto de la historia.
Ser cristiano consiste en creer con la comunidad apostólica, tal como ella lo expresó, que Jesús, el hombre histórico, hijo de María y de José (lea Mateo, 13, 55 y paralelos) por su vida, su doctrina y milagros, pero sobre todo, por su muerte, única en la historia de la humanidad, fue resucitado a la vida eterna de Dios y constituido Hijo de Dios, Señor de la Historia, ungido (Mesías, Cristo) con la plenitud de la divinidad, causa de salvación (misericordia, perdón y donación gratuita de la vida de Dios) para todo el que cree en él.
A este propósito dice un teólogo actual: Lo peculiar, lo originario del cristianismo es considerar a Jesucristo como absolutamente decisivo, determinante y normativo para las relaciones del hombre con Dios, con los demás hombres y con la sociedad; considerarlo como Jesucristo, según la breve fórmula bíblica. Es decir, el cristianismo en definitiva, no puede ser o hacerse relevante más que activando el recuerdo de Jesús en cuanto determinante último, o sea, activando el recuerdo de Jesús el Cristo, no solo de Jesús como uno de los hombres decisivos .
Han pasado bajo el puente de la historia universal 20 siglos de cristianismo. Veinte siglos a través de los cuales han brotado, en el árbol de la fe cristiana, mucha hojarasca y parásitos sinfín. Se impone a principios del siglo XXI un Concilio Ecuménico, de intención pastoral, como el Vaticano II, centrado en Jesucristo, que sacuda fuertemente el árbol de la fe cristiana y nos ayude a reconquistar la fe en el tronco humano y divino de Jesús. Ciertos templos católicos y aún ciertos devotos cristianos, sin quererlo, más alejan de Cristo al hombre actual, que lo acercan a él. Y, digámoslo en caricatura, los tales constituyen un símbolo de esa exuberancia barroca de un cristianismo más propio de gitanos, de paso de Semana Santa o piadosos carboneros, que de legítimos descendientes de los apóstoles de Jesús.
Estamos celebrando el misterio central de nuestra fe: la Pascua, es decir, la muerte y la resurrección de Jesucristo