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El Fauvismo fue un movimiento pictórico que nació en Francia y duró poco, (entre 1904 y 1908, aproximadamente), revolucionó el concepto del color en el arte contemporáneo. Los fauvistas rechazaron la paleta de tonos naturalistas empleada por los impresionistas en favor de los colores violentos, introducidos por los postimpresionistas Paul Gauguin y Vincent van Gogh, para crear un significado expresivo. Alcanzaron una intensa fuerza poética gracias al fuerte colorido y al dibujo de trazo muy marcado, desprovisto de dramatismo lumínico.
El término fauves, (fieras), es El nombre que les fue puso Louis Vauxcelles en la crítica que hizo del Salón de Otoño de 1905, a causa de los violentos métodos de pintura utilizados por estos artistas, pero ellos nunca aceparon este término, y para ellos no describía sus intenciones ni la ternura de sus imágenes.
Sus representantes fueron Henri Matisse, Raoul Dufy, Albert Marquet , André Derain, Maurice Vlaminck, Othon Friez y Georges Rouault.
Este grupo toma conciencia de si mismo en El Salón de Otoño de 1905 que se celebró en París se vio sacudido por un terremoto de luz y color.
Expusieron también en el "Salón de Independientes" en 1906.
Los fauvistas se expresaban con gamas cromáticas estridentes y agresivas; colores violentos y arbitrarios ocupando los colores primarios (azul, rojo y amarillo); los fauvistas pretendían expresar su verdad humana y no artística, y trabajaban según su instinto, sin método.
Sus temas eran “innocuos” (inofensivos) , apacibles, retratos, interiores, visiones amenas del hombre en la naturaleza, paisajes bonitos...
No buscaban la representación naturalista, sino realzar el valor del color en sí mismo.
El fauve más destacado fue Matisse, que se caracteriza por su sencillez casi infantil.
- Despreciaba la perspectiva y el modelado en favor de las tintas planas, y su decorativismo resulta bárbaro en su valor.
- Admiraba el arte de los pueblos no europeos, la escultura africana y oceánica.
Matisse dijo: "al mirar un cuadro hay que olvidar lo que representa", por lo que en él sólo cabe el juego cromático. El cuadro fauve apareció entonces ante los ojos del espectador como una exceso de color en el cual las formas venían determinadas por gruesos trazos negros, y con colores que jamás veríamos en la realidad.